Tag Archive: Olga Ferri

  1. Patricia Casañas: Enseñando a volver a las bases

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    En un mundo vertiginoso a manos de una tecnología que al ballet le ha obsequiado la posibilidad de la imagen en constante disponibilidad, la perspectiva histórica se plantea casi como una necesidad. Así lo cree Patricia Casañas, una de las especialistas más precisas y rigurosas en el estudio de la historia del ballet en Argentina, quien también plasma sus conocimientos -en críticas y artículos- en diversos medios, como la Revista Noticias, la revista del Teatro Colón, Cantabile, Balletin Dance y martinwullich.com, además de ser la docente de Historia de la Música y la Danza en la carrera de Danza del Instituto Superior de Arte del Teatro Colón (ISATC). En su haber, también pesa fuertemente en su curriculum que fue alumna de Olga Ferri, su “maestra”, quien, según ella misma dice siempre, le dio herramientas únicas para llevar adelante hoy su profesión.

    Una oportunidad imperdible de escuchar y disfrutar sus conocimientos sobre repertorio, la constitución y el desarrollo artístico del Ballet Estable del Teatro Colón será para quienes se hayan inscripto en los cursos intensivos de invierno de danza, organizados por la Cooperadora del ISATC -los días 18 y 25 de julio, a las 12 PM, en el mismísimo Teatro Colón– y en Ballet Estudio (M.T. de Alvear 1435, CABA), el día 23 de julio, a las 16 horas.

    Patricia Casañas. Gentileza.

    Patricia Casañas. Gentileza.

    En entrevista Patricia, nos contó algo sobre esta actividad de tinte autodidacta, que es la investigación y la difusión histórica del ballet en nuestro país. “Hace rato que vengo ofreciendo estas charlas de historia, con diapositivas, imágenes y material que se llevan los concurrentes y demás, porque me doy cuenta que nadie sabe en realidad demasiado qué pasó en nuestro país. Yo hablo puntualmente del Teatro Colón, porque es nuestro Primer Coliseo y es por donde han pasado las grandes compañías, las grandes estrellas y un poco signa el camino para las demás compañías del país. La charla está situada allí. Entramos en la época de la colonia: cuando acá estábamos construyendo las calles, en Europa estaban en pleno Romanticismo. Ya estaban haciendo “Giselle”. De todos modos, en esa época tampoco estábamos tan mal: venían compañías italianas, francesas, que traían cosas que iban ya empezando a sembrar la curiosidad en la gente y pensar cómo hacer aquí mismo algo similar. Me interesó desarrollar este aspecto, porque hay cosas que no se saben en general. Yo he tenido que estudiar y empezar a profundizar mucho por mi cuenta. Yo nunca aíslo el tema de la danza del contexto histórico. Entonces es ver esa evolución en cada época”, explica ella.

    Cuenta que, como docente del ISATC, su aproximación pretende, ante todo, integralidad, dado que considera que un artista de la danza debe nutrirse ampliamente para lograr profundidad en sus interpretaciones. “Yo siempre les digo a los chicos del ISATC, que mi materia no es la más importante ni mucho menos. Pueden bailar bárbaro, sin saber quién era [Marius] Petipa (risas). Pero, si ellos saben, se interiorizan del contexto histórico y la evolución del movimiento, van a saber por qué están haciendo lo que hacen, lo cual no es poco. Una contextualización siempre enriquece la mirada. Estudiar los distintos temas que rodean a la danza es muy importante. La formación del artista es integral. Leer, ver exposiciones, ver películas, escuchar música. En mis clases siempre hay un intercambio con algún artista de otra disciplina. Por ejemplo, van todos los años también conmigo a un ensayo de la Filarmónica, para que vean un concierto. Hacemos una clase antes, explicando los instrumentos de la orquesta, les cuento por qué están puestos en uno u otro lado los instrumentos. Hablamos con el director de orquesta. Hacemos todo esto, porque ellos tienen que tener todo eso para que el día que le tengan que decir a un director: ‘Maestro, el clarinete se adelantó y yo no pude salir a tiempo’, van a poder indicarlo. Esa formación integral es esencial. La fuente literaria de los ballets es también fundamental para poder interpretar con fundamento, estar en estilo: cuando entra el Gato con Botas, el Pájaro Azul, Caperucita Roja en la fiesta de ‘La Bella Durmiente’, sabemos que son todos los personajes de Charles Perrault. Los chicos se interesan mucho. La semana pasada, por ejemplo, un chico vino y me dijo: “Maestra, tengo que bailar el Alí de ‘El Corsario’ para la muestra de fin de año del ISATC. Me tiene que decir cómo lo preparo. Qué leo, qué veo”. Me dio una satisfacción. Dije: ‘Uno qué entendió’ (risas). ‘Así se preparan los roles’. Esa es la idea: que sepan los estilos, la evolución, qué papel está en qué época. Los por qué de las cosas. Se trata de que entiendan el momento argumental y el momento histórico de lo que están interpretando”.

    Sus inspiraciones y maestros en este trabajo fueron Enrique Destaville -de quien heredó su cátedra en el ISATC y la columna de “Noticias”- y Ángel Fumagalli. Hoy identifica en el músico e investigador Carlos Manso a su colega actual en la temática. “Somos poquitos quienes tenemos este gusto por la investigación y encontrar “el” dato, ver cómo se puede profundizar en tal tema y en tal otro. De Enrique Destaville, su gran pasión fue por Elena Smirnova. Ella fue la última gran bailarina del Ballet Imperial, nombrada en la época del zar. Es increíble pensar que hemos tenido esa persona, a principios de siglo, aquí, dando clase. Él era un sabio”.

    Para Patricia, la historia del Ballet del Colón demuestra una curva en parábola hasta la actualidad, no muy auspiciosa, que desemboca en una realidad con muy pocas funciones para el cuerpo y un repertorio algo estrecho: “Yo tengo un periodo de vivencia directa, que es más o menos desde el año ’74. El periodo anterior lo he vivido a través de Olga Ferri, Esmeralda Agoglia, las grandes bailarinas de aquel momento, quienes me contaron sus experiencias. Y está el periodo de lo que uno sólo puede leer. Los periodos iniciales [hacia 1926], en que Bronislava Nijinska vino medio engañada creyendo que era una compañía seria, y era una compañía de principiantes, justamente porque eran los principios. Tuvo corriendo a todo el mundo, pero formó bailarines. Los diez años que luego estuvo Margarita Wallmann. Los comienzos fueron trémulos, porque eran principiantes. No había gente profesional del ballet en ese entonces. Los primeros rusos e italianos que vinieron y montaron sus academias fueron quienes sentaron las bases. El Colón tuvo la suerte de recibir mucha gente en las posguerras, como Léonide Massine, Balanchine, que hizo una coreografía especialmente para la compañía. La compañía tenía un nivel buenísimo. Con la compañía del Coronel de Basil se hacían intercambios. Fue un momento de mucha enseñanza, mucha información, mucha creación. Hubo un momento en que la gente hacía colas de dos cuadras para sacar entradas. Había un auge muy importante, muy rico. Después, más hacia la actualidad, vinieron una serie de cuestiones, como cambios de dirección apresurada. Después de Julio Boca, Maximiliano Guerra, Paloma Herrera, el ballet fue perdiendo fuerza. Entre los tres cuerpos del Teatro -orquesta, coro y ballet-, siempre el ballet fue como el hermanito más chico, medio dejado de lado. Cuestiones económicas y malas políticas han causado mucho daño. Antes venían coreógrafos, compañías, bailarines… Llegó un momento en que ya no se pudo más económicamente y la institución se fue empobreciendo”.

    Lago FB Charla

    R: ¿Qué pensás que podría hacerse para mejorar esta situación?

    PC: Me parece que hoy estamos en un círculo vicioso: no va mucha gente a ver el ballet, porque no hay cosas nuevas y creativas, porque es una inversión de tiempo y esfuerzo que supuestamente, entonces, no vale la pena, porque ‘total, cuánta gente va’. Creo que habría que volver a apostar al ballet. Para mí es raro este fenómeno, porque es una manifestación cultural que entra directamente a los sentidos. Es tan atractivo. Y hay pruebas: cuando estuvo “Baile de Graduados” en junio, hubo sólo dos funciones. Las dos estuvieron llenas, con chicos y grandes. A todos les encantó. Habría que aumentar las funciones con ese repertorio entretenido y atrayente: “La Fille Mal Gardee”, “Coppelia” son obras convocantes y que a nuestro cuerpo estable le quedarían muy bien.

    R: También te desempeñás como crítica de danza, una tarea difícil y tampoco abordada por muchos profesionales argentinos.

    PC: No sé si hay mucho gusto por este trabajo, que demanda mucha investigación y rigurosidad. Se dice muchas veces que el crítico es el artista frustrado. No sé si es tan así, porque un artista tampoco puede ponerse a hacer crítica de una obra, necesariamente. Está involucrado en la tarea artística. Y también es importante considerar que la crítica da una opinión, no es un dogma. Eso lo tienen que tener en cuenta tanto quienes la reciben, como quienes la emitimos. Hay que hacerla con respeto y con verdad. ¿Qué verdad? Decía Enrique Banchs, en un poema que me encanta: ‘La verdad, bella increada, cual la dama del Quijote, en qué torre está encerrada, en cuál árbol tiene brote’. La verdad es la mía, la que yo vi. Hay que saber siempre que es parcial; también con sus defectos. La potencia de la crítica está en el fundamento de lo que se dice, y el conocimiento que afina la mirada; al haber bailado, uno tiene la parte técnica incorporada, en que uno mira y sabe ver cómo y dónde está parado ese bailarín. Yo creo que la crítica bien hecha sirve. Y creo que a un artista inteligente le sirve todo.

    PARA AGENDAR!

    Charla ABIERTA en Ballet ESTUDIO

    El sábado 23/7 a las 16, Patricia Casañas ofrecerá una charla sobre la Historia de la Danza en Argentina de 16 a 18 horas, en Ballet Estudio, en Marcelo T. de Alvear 1435, CABA. Con material audiovisual único, apuntes para llevar y mucha información interesante e importante para quienes habitan la danza en nuestro país.
    Inscripción previa: 4811-6298 / 6089-6436 | info@balletestudio.com.ar | Contribución: $150.

  2. Finalizó la Selección para la Beca Ballet Estudio + Revol y Club de Danza

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    Otra nueva alegría llegó a nuestras revistas y es que ya tenemos nuestro becario para el Intensivo de Invierno de Ballet Estudio, que se realizará durante dos semanas entre el 18 y 23 y el 25 y 30 de julio de 2016, en su sede en Marcelo T. de Alvear 1435, CABA.

    De una convocatoria de más de 100 postulantes y luego de una pre-selección de 11, ha sido seleccionado Federico Cáceres, estudiante de 2° año del Taller de Danza Contemporánea del Teatro San Martín. Fue analizada especialmente la seriedad y prolijidad de la presentación y nos focalizamos en atender a los objetivos personales profesionales de cada uno, plasmados en la pequeña carta de intención solicitada, y en las habilidades físico-técnicas presentadas a través de las fotos.

    Estamos muy felices y agradecidos desde Revol y Club de Danza con nuestros amigos de BALLET ESTUDIO por apoyar nuestra convocatoria y a todos los bailarines y las bailarinas que se presentaron a esta iniciativa.

    Hemos recibido más de 100 postulaciones de todo el país, lo que demuestra las ganas que que existen por seguir aprendiendo y creciendo. Continuaremos tratando de ofrecer posibilidades para que más chicos y chicas logren sus sueños. ¡Felicidades a todos y a continuar carrera!

  3. Paloma Herrera: “Toqué el cielo con las manos cuando entré al ABT y el resto fue todo yapa”

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    “Estoy eternamente agradecida con la vida, no pude haber pedido más”, sentencia Paloma cuando recuerda el 2015 que la vio bailar por última vez. Luego de sus presentaciones en el escenario del Teatro Colón con Romeo y Julieta, la artista realizó una gira por el interior del país e interpretó Giselle, acompañada por el Ballet Estable del Teatro Colón y pasó también por los escenarios de países vecinos, como Uruguay y Paraguay. “Todos los públicos fueron muy parecidos, muy demostrativos y cálidos. Mis funciones son iguales en todos los lugares del mundo, no me importa el lugar ni el escenario”, subraya Paloma, que se consagró como la artista más joven en alcanzar el rango de Principal Dancer del American Ballet Theatre, en sus 75 años de historia. “El ABT fue mi casa, mi familia, mi carrera, mi todo, por eso estuvo bueno que la despedida fuera primero ahí y después en Argentina, así tuve tiempo de ir digiriéndolo”, reconoce.

    Con la paz que se tiene cuando se está de vacaciones, Paloma recuerda los detalles de su último vuelo con los ojos vidriosos y una sonrisa repleta de gratitud. “No importa que sea el teatro más grande del mundo o el más chiquito, porque cada función es única y diferente, pero yo bailo de la misma forma. Fue un año muy intenso, jamás en mi vida había bailado tanto, fue como un maratón. Creo que, hasta el último día, como en todos estos años, lo que dejé de ejemplo fue mi ética de trabajo, de disciplina, porque se supone que uno en la despedida baila algo chiquito o fácil y no fue así: yo tuve que lidiar con las situaciones más caóticas, con escenarios de diferentes tamaños, inclinados, con agujeros”, reflexiona e ironiza: “Lo que no te mata, te hace más fuerte”.

    Foto: Santiago Barreiro.

    Foto: Santiago Barreiro.

    Al recordar los diferentes teatros del mundo que la vieron bailar, Paloma reconoce su nivel de perfeccionismo, pero aclara que no tiene que ver con las condiciones edilicias ni económicas, sino con la responsabilidad y el profesionalismo con que se enfrentan. “El tema no es cuánto se tiene, sino cómo se hacen las cosas. He bailado en Cuba, donde no tienen muchos recursos pero, aunque lo hagan a los ponchazos, las funciones salen impecables y allí tuve las mejores experiencias de mi carrera, ya que el público es maravilloso y es una cultura que sabe muchísimo de ballet. Me gustan las cosas bien hechas por eso también adoro Japón, donde todo es perfecto y está todo tan impecable que hasta se podría comer del piso”, bromea, mientras remarca: “Puedo lidiar con cualquier cosa menos con el desgano: las llegadas tarde a los ensayos, las ausencias, que las cosas fallen por mala voluntad no me gusta, soy súper dura. Por eso, cuando pregunten cómo es trabajar con Paloma, depende a quién le pregunten, va a ser la respuesta.  Soy facilísima y no tengo divismos de ningún tipo, no me importa el camarín ni nada, sólo que las cosas salgan bien. Puede haber errores, pero no por desgano”.

    R: ¿Cómo fue compartir tu gira despedida con los jóvenes bailarines del Teatro Colón?

    PH: Bailar en el Colón, que fue como mi segunda casa, fue hermoso y estoy eternamente agradecida al teatro porque hice una gira maravillosa. Hacer la última función en una provincia, en Mendoza, donde fue íntimo, pero a la vez intenso, es un momento que va a quedar en mi corazón. La compañía fue súper linda y los bailarines se emocionaron mucho, pusieron todo. Creo que mi forma de trabajar fue muy movilizante para las nuevas generaciones, porque hasta el último día fui la primera en llegar al teatro y en hacer la clase completa con toda la compañía. De eso es de lo que estoy más orgullosa, porque espero poder dejar un ejemplo de trabajo fuerte a los jóvenes, ya que soy una bailarina que, a punto de retirarse, siguió lidiando con todos los detalles, intentando dar lo mejor, impecable físicamente… lo cual es increíble, porque siempre hay lesiones, he tenido muchísima suerte. Jamás me lesioné, jamás cancele una función, y por eso también me retiro, porque uno tiene mucha dedicación. No sólo son las funciones, sino que es todo el día dedicado a la carrera, con clases y ensayos, cuidarse con las comidas, no tomar, no fumar. Por todo eso, he tenido una carrera maravillosa que me lo recompensó.

    Foto: Santiago Barreiro.

    Foto: Santiago Barreiro.

    R: ¿Tenés anécdotas en escena?

    PH: Tengo millones de anécdotas (risas). Una vez, me agarró un blanco y me olvidé la coreografía. Estábamos con Juan Pablo Ledo. Yo siempre le dije a él que me siga, porque uno ensaya, pero cuando se sube al escenario quizás no hace siempre lo mismo. Yo lo miraba porque no sabía qué hacer y salimos de la situación porque nos llevamos muy bien, pero fue muy gracioso (carcajadas).

    Aprendiendo a volar…

    “Yo dormía con las zapatillas de punta”, reconoce Paloma, quien fue bautizada, como muchas veces se ha dicho, como un presagio. “Me sentí súper identificada con mi nombre, con el hecho de poder volar y de sentirme libre de hacer lo que quise siempre. En mi familia no había bailarines, pero mejor nombre no me pudieron haber puesto”, acepta, quizás un poco cansada del tan trillado vínculo entre su nombre y su profesión. “De chiquita me llevaron a expresión corporal y me encantaba, pero yo le dije a mi mamá que quería bailar con puntas y me llevó a lo de Olga Ferri”, repasa la bailarina prodigio que, desde los 7 años, supo abrirse camino en la profesión, guiada por su maestra. “Yo he sido todo lo que soy gracias a ella, no sólo en lo técnico y lo artístico, sino en la personalidad. Era súper exigente, sus enseñanzas me dejaron marcada a fuego, por la intensidad con la que se trabajaba, que no daba chance a relajarse. Fue más que una madre, fue una relación muy intensa. Me acuerdo que odiaba los concursos, pero me encantaba la preparación porque estaba todo el día con ella, entonces era la excusa perfecta para vivir en el estudio, hasta los feriados y fines de semana. Olga venía a casa, me teñía las puntas, armábamos la música”, recuerda, mientras intenta disimular la emoción.

    Foto: Santiago Barreiro.

    Foto: Santiago Barreiro.

    Su amor por las zapatillas de punta fue a primera vista. “Yo adoraba las puntas, las chicas más grandes me decían que las iba a odiar, que me iban a salir ampollas, pero eso no me paso jamás en la vida. A los 9 años, Olga me acompañó a probármelas porque en esa época se hacían a medida y tuve que esperarlas un mes, casi me muero. Para mí las puntas eran como mágicas y el día que me las puse fue lo más”, relata, con la alegría y la inocencia de aquel entonces iluminando su rostro. “Siempre las adoré y han sido maravillosas para mí, como parte de mi pie. Olga nos enseñó que no había que ponerse nada, sino sentir la zapatilla en la piel, por eso nunca usé algodón, silicona ni nada, jamás, hasta el último día que me saqué las zapatillas por última vez, y las dejé en el escenario”, celebra.

    R: ¿Qué momentos de tu carrera te marcaron? ¿Hay un ballet que haya sido especial?

    PH: Toqué el cielo con las manos cuando entré en la compañía del ABT y el resto fue todo yapa. Nunca me propuse nada. Yo mirada videos del ABT y pensaba qué lindo sería llegar, como uno puede pensar qué lindo llegar a la luna, pero jamás pensé que me iba a pasar. Viajé a Nueva York a los 15 años por una experiencia de un mes en la School of American Ballet [N. de la R.: la escuela de la compañía New York City Ballet, creadas ambas por George Balanchine], escuché que había audiciones en el ABT y fui porque yo amaba a la compañía. Estaba feliz de la vida para ver a esos bailarines, que para mí eran como extraterrestres, era todo como un sueño, aunque en esa época el ABT era muy cerrado y sólo les daba trabajo a los americanos. Yo me volvía al otro día, pero después de la clase me ofrecieron contrato como cuerpo de baile, dije que sí y firmé aunque mis papás no sabían nada. Me fui saltando, corriendo, llorando y gritando a lo de las monjas donde vivía. Fue una de las experiencias más increíbles de mi vida.

    De los ballets que he bailado, creo que Don Quijote fue el que más me marcó, porque teniendo 10 años hice el rol de Cupido principal en el Colón y después fue el primer rol que hice como solista, y luego como primera bailarina, en el ABT. La gente siempre me reconoce con ese ballet y si escucho la música de Quijote, me moviliza porque la viví desde muy chiquitita.

    R: Comentaste que tus pasos a seguir tendrán que ver mucho con la docencia…

     PH: Me encanta, doy algunas clases desde hace varios años. Tengo ganas de tener tiempo para mí, para descansar y para poder dar más clases. Me encanta poder ver talento y poder ayudar con mi propia experiencia de vida, porque creo que eso es más importante y es muy interesante. Yo siempre digo que soy mucho del trabajo, pero más de la cabeza, porque tuve mucha contención de mi entorno, mi familia y mis maestros, es un cóctel muy fuerte. Soy tan agradecida a mis papás, porque ellos me han dado la libertad, la seguridad, la confianza, para que yo hiciera lo que me hiciera feliz. Yo iba al colegio con el rodete tirante y mis compañeros me cargaban y a mí no me importaba nada, iba feliz por la vida. También tuve maestros que me brindaron su confianza, ya que hay que estar preparado para afrontar emociones y frustraciones, y a veces eso es lo que falla o falta en el aprendizaje. Por eso pienso a través de la docencia uno puede transmitir lo que hay que repetir y lo que no, lo bueno y lo malo, ya que con la técnica sola no alcanza. Seguro armaré algún proyecto propio, pero más adelante, por ahora quiero descansar y disfrutar luego de tanta gira y tantas emociones vividas. Mientras tanto, ya tengo el cronograma de clases que voy a dar en Nueva York, porque quiero seguir mi vínculo con la gente del ABT y después veré cómo sigo.

    Foto: Santiago Barreiro.

    Foto: Santiago Barreiro.

    R: ¿Cómo te gustaría que te recuerden?

    PH: La verdad que no sé, pero sí creo que me retiré ahora porque quiero que queden de mí sólo lindos recuerdos. Creo que uno tiene que ser generoso y no quedarse sólo por el hecho de estar en el escenario y recibir el aplauso. Hay que dejar lugar a las nuevas generaciones, dar nuevas oportunidades, saber retirarse a tiempo y dejar buenos recuerdos en la retina del público.

    Foto: Santiago Barreiro.

    Foto: Santiago Barreiro.

    Agradecemos especialmente a Santiago Barreiro, fotógrafo oficial del SODRE, por el bellísimo material que nos cedió de la función de despedida de Paloma Herrera en Montevideo en 2015.

    Galería de Fotos

    (Hacer click en cada una de las fotos para agrandarlas)

    +INFO —> Clases en Argentina y Estados Unidos

  4. Maya Plisetskaya: Prima Ballerina Absoluta de nuestros tiempos

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    La historia de Maya es tan fascinante como trágica:
    Maya nace en Moscú en 1925, en pleno auge de la República Socialista de Rusia. Cuando tenía 12 años, su padre, que era un respetado diplomático, es ejecutado bajo las órdenes de Stalin, Secretario del Partido Comunista. Al mismo tiempo, su madre y su hermano fueron deportados al Gulag, un sistema de campos de trabajo forzado a dónde se enviaban a personas consideradas enemigas del Estado.
    Maya, aún siendo considerada hija de enemigos del Estado, no es deportada gracias a que a pesar de su corta edad sobresalía con su desempeño en el Bolshoi, dónde había empezado a formarse a la edad de 7 años apadrinada por sus tíos Asaf y Salomé Messerer, que eran miembros del cuerpo de danza del teatro en ese momento. El Ballet salva a Maya de años de trabajo forzado al que varios miembros de su familia si fueron sometidos.
    Maya Plisetskaya, en clase. Circa 1985. Teatro Bolshoi.

    Maya Plisetskaya, en clase. Circa 1985. Teatro Bolshoi.

    A los 18 años, no sólo ingresa al Ballet del Bolshoi sino que su capacidad técnica la convierte en primera bailarina, comenzando su carrera interpretando nada menos que “La muerte del cisne”, lo que habla de su precocidad y talento. Es el rol que la consagró, interpretando El lago de los cisnes, más de 800 veces en público. También es recordada especialmente por su rol de Kitri en «Don Quijote», «La noche de Valpurgis» y Raymonda, con un emblemático port-des-bras. También fue pionera en incorporar repertorio moderno en Rusia, trabajando con los coreógrafos Alberto Alonso,Maurice Béjart y Roland Petit, que crearon varias piezas para ella como “Carmen», «Isadora» y «La rose malade”.
    Se retiró a los 70 años de edad interpretando una pieza de Maurice Béjart pensada sólo para ella: Ave Maya. Su carrera siguió continuó luego como coreógrafa y una exitosa directora de Ballet.
    Afortunadamente, la larga carrera de Plisetskaya permitió que los avances de la tecnología documentaran muchas de sus actuaciones, lo que nos permite disfrutar de su arte cuantas veces queramos. Maya es sin duda una de las bailarinas más notables de la historia, un fragmento de historia que permanece entre nosotros.

  5. Betania Antico: «Hay que usar la danza para sanarse»

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    Betania Antico, a partir de su gran trayectoria como bailarina de diversos estilos en distintas compañías en Alemania – como la Komische Oper de Berlín, Landestheater Coburg, Frankfurt Malaika Kusumy Dance, Theater Koblenz, Theater Hagen-, ha hecho de la danza un camino hacia el entendimiento del funcionamiento corporal y las diversas técnicas para entrenarlo, con el objetivo de enseñarla desde una perspectiva que considera el aprovechamiento de sus herramientas y lenguajes en pos de disfrutar de bailar con las posibilidades físicas que cada uno trae. Como docente, fue profesora de release, danza clásica y danza moderna en la Royal Academy of Dance (Reino Unido) y técnica en Pilates junto al kinesiólogo Kevin Lewin, residente de la Ópera de Graz, en Austria.

    Y actualmente ofrece clases las que cultiva la amalgama entre la técnica Pilates Mat y la danza clásica, con el objetivo de re-pensar cada parte del cuerpo antes de empezar a moverlo: “La idea era empezar con un entrenamiento más físico e interno. Dar Pilates al comienzo de la clase ofrece la posibilidad de estar en una posición supina y priorizar un trabajo interior de conexión con el propio cuerpo, olvidarse un poco de toda la técnica clásica, despojarse, y realmente concentrarse en los apoyos y empezar a aflojar ciertas tensiones. Cuando uno va directo a la barra, ya tiene ese chip de ponerse duro. Y creo que es mejor empezar a bailar por otro lado, a través de la relajación, activando el diafragma y el conjunto de los músculos más asociados al sostén del esqueleto, y no a lo que es trapecio, muslos y glúteos. Primero ablandamos bien todo a través de la respiración, empezando a usar un mecanismo mucho más interno. La idea es llegar a clase y despojarse de un pensamiento de afuera de lo que es la clase. Obviamente que las personas vienen eufóricas de afuera, entonces se trata de neutralizar esa energía del cuerpo. Bajar, re-direccionarla y empezar a activar los movimientos mínimos del cuerpo. De a poco dejar esa posición supina, empezar a activarla y llevarla a una posición vertical, pero ya acomodada desde otro sitio, no desde la corrida de la calle a la clase. Una vez que está vertical, el objetivo es sentir los apoyos de las plantas de los pies, luego agarrarse la barra y empezar a recorrer la técnica clásica ya con movimientos respirados y seguir trabajando con ese diafragma, que todo vaya hacia arriba sin golpes y sin tensión».

    Betania Antico enseña la danza en clave sanadora. Foto: Mil aves de luz.

    Betania Antico enseña la danza en clave sanadora. Foto: Mil aves de luz.

    Y es así que visitar la danza desde este espacio de re-conexión con el propio cuerpo y una lógica danzada y relajada provoca retornos a la disciplina de personas que se habían alejado de ella. Betania cuenta que muchas de sus alumnas regresaron a la danza a partir de esta aproximación, cuando pensaban que no podrían: «Son chicas que hicieron danza, que tienen la técnica, que les quedó grabada esa técnica en su cuerpo, que por distintas razones han dejado. Quieren retomar, pero desde otro lado, sin la presión que sentían cuando eran chicas de seguir una profesión y ya con su vida armada desde otro lado. En general, desean regresar a la esencia de lo que es volver a bailar y usar esa técnica que adquirieron. El objetivo es que puedan tomar esa esencia por el lado más placentero, que se diviertan, que sientan que su cuerpo tiene memoria y que pueden seguir trabajando con su cuerpo y que funciona. Y ven que con cariño y placer se puede bailar y aprovechar esa técnica que tuvieron cuando eran chicas. Que se despojen de todo miedo, y que retomen la danza desde ese lugar. La danza clásica es muy exigente y más cuando uno es chico. Hay mucha gente que ha estudiado mucho y de pronto por X motivo no pudo seguir, no pudo ser bailarina, y hay 20.000 razones para eso. Quizás no cerraron la etapa. La idea de la clase es para mucha gente una reconciliación con la danza y usar este lenguaje tan perfecto y lindo desde otro lado».

    Y ella, desde su clase también, trabaja un concepto de danza que excede las clasificaciones formales o los mitos que encierran al hecho de «poder bailar», algo que, según cuenta, le supo dar su experiencia en Alemania, donde no pudo más que comprender la amplitud de las posibilidades de la danza: «Alemania se dio y fue en el país que más cómoda me sentí. Toda mi formación había sido estrictamente clásica y cuando llegué allá, me dijeron: ‘Muy lindo todo lo clásico, pero necesitamos más cosas’. Se exigía mucho tener el lenguaje contemporáneo, saber improvisar, salir de esa caja perfecta del clásico. Una bailarina es una bailarina en todos sus ámbitos. En la época en que me fui quizás había como una división acá, no se mezclaban mucho. Alemania tiene su historia con la danza-teatro, con la experimentación. El eje pasa por ahí y no hay un rechazo del clásico, sino que es una herramienta. Mientras más herramientas tengas, mejor. Es cierto que para hacer todo necesitás distinta musculatura y un trabajo distinto. Y aprendés lo que significa bailar, algo que te sirve mucho luego como docente en orientar a tus alumnos respecto de todo lo que pueden hacer dentro de la danza. Me acuerdo en España, vinieron unas bailarinas de 16 años llorando porque decían que unas profesoras del instituto les había dicho que no iban a bailar nunca y a mí me pareció horroroso. Puede que no esté el cuerpo ni la técnica desarrollada para hacer «El Lago de los Cisnes», pero eso no tiene nada que ver con bailar ni con ser bailarina ni con consagrarse como bailarina. En Alemania aprendí que hay muchos modos de estar en el ambiente de la danza y no es que uno se pasa de una cosa a otra por la frustración, sino por los logros que va adquiriendo por saber mucho más de todo lo que existe. Uno puede combinar lenguajes, trabajar distintos estilos y, como profesional, nada es excluyente. Creo que es una educación que hay que dar de entrada. Que te digan ‘dedícate a otra cosa porque con la danza, no va’ es un crimen, porque la misma danza es sanadora e incluso cuando el problema es algo físico, uno lo puede llegar a revertir. Hay que usar la danza para sanarse, para sentirse satisfecho y mientras más conocimiento tenga uno de lo que abarca la danza, mejor es. Y es un mundo amplio, lleno de posibilidades. Eso es lo que sí noté en Alemania apenas llegué, que había muchísimas más posibilidades y mucho menos quiebre entre una técnica y otra. El bailarín se va formando, va creciendo y mientras más uno estudie todas las técnicas, más se va a dar cuenta dónde encaja mejor y qué es lo que te hace más feliz. Hay mucho para aprovechar, ser feliz y que hacen más amigable el mundillo de la danza y del arte en general. Es necesario sacar los mitos de la danza. Estoy en desacuerdo con las clasificaciones. La danza es hoy y ahora, hay que vivirla y hacerla in situ».

    Diversas técnicas y lenguajes pueden ofrecer diversos caminos para acercarse a la danza. Foto: Mil aves de luz.

    Diversas técnicas y lenguajes pueden ofrecer diversos caminos para acercarse a la danza. Foto: Mil aves de luz.

    La danza clásica se convierte así en una herramienta a disposición del bailarín: «Es un esqueleto, una estructura. Poder hacer del cuerpo un instrumento desde un eje, jugar con los equilibrios, con las respiraciones, aceptar, hacerlo ergonómico con lo que uno tiene. A mí me gusta hacer actuar al cuerpo con este lenguaje, atrayendo a un montón de motivaciones que uno tiene y soltando trabas. Yo trato de que la gente se reencuentre en eso que tuvo y que lo personalice. Que sea su danza. Que se vuelvan a escuchar y a combinar movimientos», asegura Betania.

    Cuándo y Dónde

    Las clases de Betania Antico son dictadas en Ballet Estudio, los sábados de 12 a 14 horas. 

  6. Paloma Herrera: “La magia y belleza de los ballets de repertorio pueden ayudar a que más público se acerque a la danza”

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    Y luego de tres años, una de las más importantes estrellas argentinas del ballet vuelve al Teatro Colón. Paloma Herrera, Principal en el American Ballet Theatre desde los 19 años, regresa al Primer Coliseo con cuatro funciones –2, 4, 8 y 11 de octubre de 2014-, en el rol de Giselle, junto a Juan Pablo Ledo como Albrecht, en una versión de Lidia Segni, directora del Ballet Estable, sobre la de Marius Petipa. La música, de Adolphe Adam, estará a cargo de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires, bajo la batuta de Emmanuel Siffert, libreto de Jules Vernoy de Saint-Georges, Théophile Gautier y Jean Coralli.

    Y habrá que aprovechar para ver a esta gran bailarina en esta ocasión, dado el anuncio de su retiro para fines de 2015. Esta es la primera vez en Buenos Aires desde que lo anunció, pero bailará nuevamente el año que viene en su ciudad natal, también para agradecer a su público argentino.

    Uno de los mayores clásicos del Romanticismo, el ballet “Giselle” es una obra que nunca pierde vigencia. Fue estrenada en 1841 en la Ópera de París convirtiéndose en pieza fundamental de la danza clásica. “‘Giselle’ es un ballet hermosísimo. Lo disfruto muchísimo. Forma parte de ese repertorio de ballets que realmente ‘llegan’, con la que todos nos sentimos un poco identificados, por eso perduran. Son ballets que realmente llenan y transmiten. Estoy feliz de poder hacer ‘Giselle’ en el Teatro [Colón]. Lo lindo de los dos actos es que son completamente diferentes. Convocan facetas muy diferentes de la personalidad. Lo he bailado muchísimo y cada vez ha sido increíble. O mismo los ensayos: cada vez que uno va abordando el rol, lo vas encarando de diferentes formas. Le vas buscando distintos matices, vas sacando capas, no hay forma en que puedas decir ‘siempre lo hago igual’. Hay algo en esta interpretación que permite ser muy espontáneo”, indica Paloma, quien pasó unas semanas de septiembre en Buenos Aires para ensayar con la compañía del Teatro Colón y con su partenaire en esta ocasión, Juan Pablo Ledo, en la primera vez que viene a Argentina a actuar con un bailarín argentino.

    R: ¿Cómo fue el reencuentro con el Colón y su compañía?

    PH: Estoy muy en contacto con el teatro. Cada vez que tengo libre y voy para allá, tomo clases con la compañía o voy a ver los espectáculos. Estoy siempre muy en contacto. Cuando surgió la posibilidad de bailar en Buenos Aires, Lidia [Segni] me propuso bailar con un bailarín de la compañía y creo que esta era la oportunidad perfecta porque es en el único momento que yo realmente tenía tiempo. En otros momentos, como cuando hice ‘El Corsario’, iba con mi partenaire, con pocos días antes, para bailar. Esta vez si iba a ser con un bailarín de Argentina, era perfecto porque justo tengo el tiempo y está bueno pasar más tiempo en Buenos Aires y aprovechar a trabajar. Y a Juan Pablo [Ledo] me encanta verlo bailar y sé que es muy trabajador, conozco su ética, así que para mí fue re lindo trabajar con él. Nunca había bailado con un bailarín argentino. También me gustó mucho la idea de poder trabajar un tiempo con la compañía. Todos conmigo tienen muy buena onda y eso es lo lindo de haber tratado siempre de mantener una relación entre nosotros. La verdad que me siento súper cómoda, súper en casa. Re linda experiencia. Y siempre que voy a Buenos Aires es lindo. Pero no importa donde vaya, yo siempre estoy feliz de subir al escenario, sea el Colón o un teatrito chiquitito. Estoy siempre feliz.

    Paloma Herrera y Juan Pablo Ledo, en ensayos de "Giselle" en el Teatro Colón. Foto: Máximo Parpagnoli.

    Paloma Herrera y Juan Pablo Ledo, en ensayos de «Giselle» en el Teatro Colón. Foto: Máximo Parpagnoli.

    R: ¿Cómo te llega “Giselle” en este momento?

    PH: Los ballets completos tienen ese “algo” especial. Me encanta hacer coreografías nuevas y participar del proceso de creación, pero los ballets completos ofrecen algo de magia a través del cuento que se presenta en el escenario. Uno como bailarín se da, uno cuenta una historia, se compenetra muchísimo y te lleva a otro mundo completamente diferente. Por eso no te cansás nunca de hacerlo. Cada función siempre es diferente. Y creo que la presentación de estos ballets de repertorio, así como tienen su público que los ha visto millones de veces y nunca se aburre, la magia y la belleza que tienen también puede ayudar a que la gente que nunca vio ballet, se acerque a este arte. Me gustaría que a través de “Giselle” se acerque más público al ballet. Es lo que más quiero y lo que me resulta de mayor responsabilidad: que la gente que nunca va a ver ballet y viene a ver “Giselle”, se quede realmente con ganas de más. Esa es la tarea de traer nuevas generaciones al ballet, nuevo público. Me gustaría lograr conmover y movilizar a aquellos que nunca vieron ballet.

    R: ¿Qué te espera para este año, luego de «Giselle»?

    PH: Después de “Giselle”, vuelvo a Nueva York y empiezo la temporada, con repertorio mixto, muy diferente a la temporada de primavera, en la que tuvimos los ballets completos. Hice mi último “Don Quijote”, mi último “Bayadera”. Y de ahí me voy al Festival Internacional de Ballet de La Habana, que me encanta. Mis experiencias ahí han sido increíbles. Como el festival se hace cada dos años, esta es la última vez que puedo bailar en Cuba, así que me voy a despedir de este festival. Luego me toca una gala y una serie de master classes, que estoy haciendo hace bastante.

    Paloma Herrera y Juan Pablo Ledo, ensayando "Giselle", en el Teatro Colón. Foto: Máximo Parpagnoli.

    Paloma Herrera y Juan Pablo Ledo, ensayando «Giselle», en el Teatro Colón. Foto: Máximo Parpagnoli.

    R: ¡Siempre a mil!

    PH: (risas) Tengo una agenda a full; ando de un lado al otro. Australia, Buenos Aires, New York, vuelvo a Buenos Aires, Cuba, Vancouver, donde hacemos Cascanueces. Muchas funciones en agenda, pero la verdad que estoy contenta y eligiendo las cosas que realmente me dan placer y que tengo ganas de hacer, disfrutando cada segundo de las funciones, los viajes, todo.

    R: Estás dando clases bastante seguido. Te recompensa mucho esta actividad, ¿verdad?

    PH: Es muy gratificante dar mis master classes. No doy cuando estoy con funciones, porque es mucha energía que se entrega. Es mucha dedicación, concentración, pero es súper gratificante. Es divino ver el talento y tratar de ayudar, transmitir lo que uno aprendió en tanto tiempo de carrera. Ojalá a uno le hubieran dicho ciertas cosas o información que uno sabe ahora. También uno se da cuenta qué difícil es encontrar talento, que no es nada fácil. Dar clases abre mucho los ojos. Hace algunos años ya que doy clases y encontré que me ha formado también enormemente a mí como bailarina. Es toda una experiencia. Y es sanador también, porque uno ha tenido maestros maravillosos y otros que quizás no te hicieron tan bien. Siempre hay maestros, coaches o coreógrafos que han sacado lo mejor de uno, pero otros que no han sido nada fáciles. Entonces, cuando te ponés en el rol de maestro, todo eso que viviste regresa y pensás qué es lo positivo de cada uno para poder ayudar a los chicos que vienen a tu clase y también sacar lo mejor de ellos en ese momento. Es un proceso muy interesante.

    R: Es una satisfacción lograr que alguien saque lo mejor que tiene por alguna motivación que vos le diste…

    PH: Pienso que para ser buen maestro, es fundamental ser buena persona, generoso y realmente disfrutar con el talento del resto para poder brindar, porque uno ha tenido muchas experiencias y estuvo en esa situación también. Y si un maestro tiene buena energía y trabaja de la mejor forma, saca lo mejor de un bailarín. De otro modo, no salen las cosas. Es una forma de vida y es una ética. Hay gente que va a tratar de conectarse con lo mejor que uno tiene. Y no cuesta nada ayudar y disfrutar con el talento del otro, en lo que sea. Uno trata de devolver. Si a uno le dieron una posibilidad, uno trata de hacer lo mismo.

    Calendario -> «Giselle» en el Teatro Colón

  7. Maricel de Mitri: «Me siento contenida por la energía de un lugar marcado por el fuego de una verdadera gran artista»

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    Maricel de Mitri es una de esas bailarinas a las que se les palpa la sensibilidad. Hay algo transparente en ella. Consagrada en el Teatro Colón como Primera Bailarina, sea como Carmen o Tatiana, aguerrida o emocional, ella permanece siempre en el alma luego de cualquiera de sus interpretaciones.

    Hoy también es docente en el Instituto Superior de Arte del Teatro Colón, así como también en diversos ámbitos. Esta vez, la espera el salón superior de Ballet Estudio para transmitir su arte, la pasión que ella misma siente por bailar, con la emoción de brindarla en una semana homenaje a su fundadora, Olga Ferri: «Es un honor y responsabilidad enorme y al mismo tiempo me siento contenida por la energía de un lugar marcado por el fuego de una verdadera gran artista del arte de la danza. Confío en respirar profundo y entregar de corazón todo mi amor y experiencia».

    Para ella, dar clase tiene diversos objetivos, fundamentalmente en términos del desarrollo de una voz interna y una posibilidad de expresión: «Partiendo de mi propia experiencia, busco iniciar a los niños en un camino de libertad de expresión y a la vez brindarles herramientas para un posible futuro profesional. Despertar en ellos el encuentro del decir interno con la técnica, que es lo que hace expresivo al movimiento y lo convierte en arte», cuenta Maricel.

    R: ¿Cuáles consideras que han sido algunas grandes enseñanzas que has recibido de tus maestros?

    MDM: De cada maestro recibí su enseñanza por distintos caminos. Hubo quien que me conecto con la disciplina, la técnica, la limpieza de los movimientos, quien me aporto la percepción del sentido de la belleza, quien me hizo prestar atención a la música. Entre todos me formaron, Gloria Kazda, Rada Eichenbaums, Mirta Furioso y tantos otros maestros, coreógrafos, repositores que a lo largo de mi carrera me han seguido enseñando, algo que nunca termina.

    R: ¿Qué expectativas surgen al momento de dar clases a las nuevas generaciones?

    MDM: Espero que las nuevas generaciones puedan rescatar lo más interesante de la danza, la magia de su lenguaje, lo trascendente de su espiritualidad y que yo haya colaborado en eso.

    Ser maestro hoy tiene desafíos nuevos, pero para ella son ampliamente positivos en términos de la cercanía con los estudiantes: «Lo mismo que en todos los rubros de enseñanza, la relación alumno / docente ha cambiado mucho y a mi me gusta, porque permite una genuina relación de respeto y confianza, siempre y cuando el maestro esté preparado y entregado a que eso suceda».

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  8. Olga Ferri: Homenaje a una artista sublime

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    En su libro «Olga Ferri – Formación y Análisis de una bailarina argentina» (1), el eminente crítico de danza Ángel Fumagalli realiza un especial recorrido por la vida de una de las étoiles argentinas más admiradas de la historia de la danza en nuestro país. Hoy, 15 de septiembre de 2014, homenajeamos su partida con algunas de las palabras más contundentes que ha remarcado dicho escritor acerca de ella, que la recuerdan en su perfección como artista, una excelencia que luego replicó en su tarea como Maestra:

    «‘La danza es el acto puro de la metamorfosis’, dice Paul Valery; esta frase enigmática me fue perfectamente develada por el baile de Olga Ferri. (…)

    La fantástica herencia del romanticismo ha sido depositada en América, donde surge Olga Ferri como una extraña flor cuidadosamente cultivada.

    Ella trae del recuerdo el arte etéreo de María Taglioni, haciendo suyo ese estilo pleno de sutilezas, imponderable elevación y profunda captación espiritual

    De pequeña estatura, su delicada figura recuerda por la gracia de sus proporciones, a las estatuillas de Sajonia (…).

    «La cabeza colocada en el extremo de un cuello suave y flexible, presenta un rostro oval color mate, de frente amplia y redonda enmarcada por dos bandas de cabello negro y un par de grandes ojos oscuros, que en feliz conjunción expresiva, nos conquistan (…)

    «Las piernas suavemente musculadas, rematadas en pies de empeines prominentes y de perfecta constitución, se hallan levemente curvadas en su estructura ósea lo cual contribuye a dar la sensación de fragilidad que irradia de su persona.

    «Los brazos bien proporcionados y de una piel blanquísima culminan en manos delgadas y armoniosas de aristocrática expresividad.

    Este material humano es manejado por Ferri con una técnica danzante de constante fluidez, regida por un legado perfecto, donde cabe destacar un “pas de bourrée” inimitable (…) y del que se ha convertido en una virtuosa.

    Sus arabescos y developpes de aberturas excepcionales contribuyen con la belleza de sus líneas a dar la exacta impresión de vuelo que complementa con el port de bras, siempre de un efecto plástico-emotivo abrumador«.

    Fumagalli también recuerda la perfección que la embargaba en un trabajo detallado, conciente y constante:

    Exteriormente y como es habitual en las danzarinas de carrera internacional, pone el mayor cuidado en el maquillaje y en el vestuario guardando hasta los más pequeños detalles que hacen sin embargo a la perfección del aspecto total.

    «Interiormente, concentra las exigencias físicas de la danza a interpretar sobre cada uno de los músculos en los que recaerá tal esfuerzo, impidiendo que éste sea tal y obteniendo en cambio una respuesta flexible y natural de su cuerpo al requerimiento formulado.

    Imaginemos ahora que estamos en una de esas noches maravillosas en las que Ferri nos brindará una prueba más de su magnífico arte; ella, según sus propias palabras, sale al escenario embargada de profundo placer, sentimiento que instantáneamente y por natural hechizo magnetiza a los espectadores, provocando una reconocida ovación de todos aquellos que aman la danza

    La imaginamos, como nos invita Ángel a través de sus palabras, recordándola en todo su esplendor, el de aquella artista bella que también supo ofrecer al mundo algunas de las artistas más excelsas de la actualidad, además de dejar como legado una perspectiva, una forma de entender la danza y el arte, una búsqueda profunda de cada uno a través del lenguaje del movimiento.

    (1) Fumagalli, A.: Olga Ferri: Formación y Análisis de una Bailarina Argentina, La Imprenta, Buenos Aires, 2013.

  9. Gisela Munch: Clases especiales de Puntas

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    Nivel: Principiantes-Avanzado

    Objetivos: Gisela Munch, egresada del Instituto Superior de Arte del Teatro Colón y formada por algunos de los más importantes maestros en danza clásica –Olga Ferri- y danza contemporánea –Ana María Stekelman y Mónica Fracchia-, ofrece una clase orientada a dar los primeros pasos, para quienes estén comenzando, y a perfeccionar la técnica de puntas para quienes estén en niveles más avanzados a través de ejercicios especiales y dedicación exclusiva a su utilización correcta, saludable y sin riesgos para cada tipo de pie, piernas y cuerpo.

    Programa: Clases de técnica de puntas

    Fechas y horarios:

    Principiantes – Sábados, a las 11 horas

    Avanzados – Sábados, a las 12.30 horas

     

  10. Haichi Akamine: un maestro de maestros

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    Haichi Akamine es uno de esos maestros cuya sabiduría parece reflejarse en un andar pausado y una sonrisa pacífica. Es uno de los máximos referentes de los profesionales de la danza en Argentina, tanto de la escena contemporánea como de la clásica. Hoy Maestro en el Taller de Danza del Teatro San Martín, es un pedagogo como pocos quedan en la actualidad. Admirado y querido por todos sus alumnos, este mes ofrecerá una joya en Ballet Estudio: un seminario de técnica clásica, que avecina una clase magistral de danza sostenida en su profundo conocimiento de este arte.

    Una mirada sutil, cariñosa, imperdible de los aspirantes a bailarines:

    R: Luego de una trayectoria tan amplia, ¿qué cree que es lo más importante para el desarrollo de un buen bailarín?

    HA: Además de las condiciones básicas conocidas para la profesión, fuerte convicción del camino elegido, mucho trabajo creando consciencia del mismo e, importantísimo, el buen acompañamiento de un maestro/a que les permita desarrollarse en su integridad psico-física y especialmente, ayudándole al descubriendo de sus potenciales ocultos, que siempre los hay.

    R: ¿Cuál es el fundamento de sus clases?

    HA: Alimentar la vocación, sin ese enamoramiento el placer de estudiar se convierte en un acto penoso. Siempre estimulo al trabajo, que reditúa cuando se realiza con responsabilidad. Abogo al cambio y desarrollo visual y auditivo, que es construir una mirada particular para ver lo invisible y oír la palabra no dicha. Estas condiciones son las que permiten modificar realidades, y fundamentalmente como apertura a crear pensamientos críticos y curiosidad de estudio.

    R: ¿Cómo nota a las nuevas generaciones de bailarines?

    HA: La mayoría de los bailarines actuales no escapan de la opinión antes expresada. Hay un gran número y una gran demanda, por lo tanto, muchos adelantándose  a sus procesos formativos. En cuanto al uso técnico-académico, hay una gran exposición de habilidades mecánica-efectistas que opacan el discurso sensible del artista.

    R: No cualquiera llega a ser un GRAN maestro y usted lo es y muy querido, ¿qué es fundamental en la pedagogía en danza?

    HA: Primeramente, yo no soy un gran maestro, soy alguien que se va haciendo en reconstrucción constante. Acepto y niego los saberes adquiridos, recuerdo y olvido lo aprendido para re-aprender lo mismo siempre diferente. Tiene usted mucha razón sobre el cariño que recibo. La relación de aprendizaje alumno-maestro tiene esos lugares comunes, como lo es el afecto. Esto responde a la pregunta sobre la pedagogía: filosofía del aprendizaje fundada en el afecto.

    R: ¿Cuáles son sus recuerdos más preciados de su época de estudiante?

    HA: Mis años de estudiante estuvieron cargados de ilusiones. Cada día se fortificaba mi vocación, lo cual hizo que ningún trabajo me resultase excesivo. Fui muy feliz.

    R: Usted es maestro para profesionales y es referente de algunos de los bailarines más importantes de nuestra escena, ¿qué cree que marca el destino de un bailarín profesional?

    HA: Su auto-descubrimiento. En mi caso, como guía, sólo quito lo ríspido de un aprendizaje y los dejo ser.

    R: ¿Qué consejos daría a quien busca realizarse como bailarín?

    HA: Trabajar con mucho rigor académico y espíritu libre. Encontrar en otras fuentes de saberes respuestas que la sola danza no puede dar. Vivir la danza es una diferencia sustancial que involucra al ser en su integridad.

    R: ¿Qué expectativas tiene de su próxima clase el 30 de julio en el estudio de Olga Ferri?

    HA: Me siento muy honrado por la invitación de la Sra. Marisa Ferri, dado que no es sólo un espacio físico, es un «Estudio» muy inspirador para mí y una oportunidad de rendirle un humilde homenaje a  quien fuera su creadora, Olga Ferri. Siempre que paso por esa calle elevo la mirada a los ventanales como saludando a quien fuera inspiradora y referente de tantas generaciones, Olga Ferri. He sentido una profunda admiración a la «Bailarina», a esa «Maestra-Institución» irremplazable.

    Tomá la clase de Haichi en Ballet Estudio el 30 de julio a las 19!