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  1. Gisela Munch: Cuando el maestro es también un guía para la vida

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    Gisela Munch es, ante todo, una persona de sonrisa dulce y abrazo cálido. Transmite seguridad, confianza. Uno simplemente se siente bien cuando está con ella. Si bien es maestra estable del staff de Ballet Estudio, ofrecerá estas vacaciones una serie de clases especiales de puntas y técnica clásica. Es egresada del Instituto Superior de Arte del Teatro Colón y, además de haber bailado en compañías independientes de danza contemporánea con coreógrafos de prestigio, se dedicó a la docencia. A nivel oficial, fue maestra también en la Compañía Nacional de Danza Contemporánea y hoy enseña a chicos en niveles intermedios y avanzados, con perspectivas profesionales, en clases de repertorio, partenaire, clásico intermedio y avanzado y puntas. Pero para ella hay mucho más en estas tareas que enseñar “los pasos” o “la técnica”.

    “En realidad, tanto partenaire, repertorio, incluso puntas, en muchos casos, les sirve para probarse y que efectivamente se den cuenta cuánto les falta, qué les falta. Experimentar en sus cuerpos las sensaciones. Qué preparación física necesitan para subirse cómodas a las puntas. Pasa mucho con el taller de partenaire, que es básico, que funciona más como incentivo para que sepan cómo se tienen que armar y por qué es importante ese trabajo previo de colocación y fortalecimiento. No podés estar como un flancito. Mi misión creo que es un poco ‘despertar la chispa’, que se acerquen un poco más a los significados múltiples de ‘bailar’ y entiendan algo de la magnitud de lo que implica en trabajo, disciplina, interpretación, búsqueda personal”, cuenta Gisela.

    Gisela Munch hace un trabajo personalizado y muy comprometido como docente de los futuros bailarines. Foto: REVOL.

    Gisela Munch hace un trabajo personalizado y muy comprometido como docente de los futuros bailarines. Foto: REVOL.

     

    Valorar la interpretación

    Repertorio es un área muy requerida por las chicas y chicos que buscan un camino en la danza como profesionales. Es un espacio de creatividad y búsqueda, en el que Gisela pretende también enseñarles algo de historia de este arte  y algunos secretos de interpretación de distintos roles, en diversos estilos. “El año pasado hicimos “Raymonda” y este, “Apollo”, de Balanchine, todo un desafío. El trabajo comienza desde la teoría del caso. Les paso un breve resumen del argumento, lo hablamos, les explico detalles de su coreógrafo. Así van entendiendo lo que van a hacer. Después hacen un minuto de las cuatro horas que dura el ballet. Pero realmente es mucho que sepan lo que significa ese minuto y qué es lo que les toca hacer. Que lo puedan ubicar en el espacio del ballet y que sepan qué están interpretando en ese lugar, en ese momento. Es más que nada, eso. Son obras muy difíciles y las repetimos mucho. Vamos variando, mechando distintas obras y luego las volvemos a traer. Es muy lindo porque hay un progreso, ves que van creciendo. Son chicas, van madurando y se ve un cambio. Trabajamos sin perder la parte técnica para nada, porque donde tienen que poner más la atención es en eso. Lo más importante es que no pueden perder la técnica, porque aún tienen que perfeccionarla”, aclara Gisela.

    Y también propone, desde este lugar, una aproximación a la valoración de la interpretación y empujar a que los chicos sigan investigando por sí mismos. “Lo que más veo es que yo de chica, con mis amigas, teníamos más curiosidad de los ballets, incluso de la parte de interpretación, más allá de la admiración de lo técnico o la habilidad física. Veíamos los 32 fouettes de toda gran bailarina, pero después me enganchaba mucho con la historia. Es así que este año, como las quise sacar más de ese lugar sólo de la variación clásica, ya empecé con ‘Apollo’, que es neoclásico, pero les re gusto. Es muy difícil, pero la idea es por lo menos que tengan conocimiento de que existe. Eso me preocupa más que lo que puedan llegar a hacer. Y que lo vean. También quise traerles algo más de expresión, entonces empecé con Bayadera. A las que más les cuesta porque son tímidas, las suelta; hablamos del argumento, del contexto y las trato de concentrar en ese lugar para  que se suelten un poco y desarrollen cierto carácter al bailar. Y están aquellas a las que no les cuesta nada. Tuve una grata sensación con eso, porque me di cuenta que les gusta la parte expresiva. Si no focalizan allí es porque no la pueden hacer en ningún lado”, cuenta la maestra.

    Para Gisela es importante cuidar la técnica y que los chicos entiendan también el valor de una interpretación para que la danza sea arte. Foto: REVOL.

    Para Gisela es importante cuidar la técnica y que los chicos entiendan también el valor de una interpretación para que la danza sea arte. Foto: REVOL.

    Y Gisela busca reenfocar ciertas prioridades. “Existe hoy un sobredimensionamiento de la parte física, más que un foco en lo artístico. No valoran tanto la interpretación y yo trato de que sí se empiecen a fijar en esos aspectos, que marcan la diferencia de cada uno. Olga [Ferri] nos decía siempre, nos remarcaba esto. Que el foco, en la clase misma, no sea ni levantar, ni saltar mucho, ni girar mucho, sino cómo y que hay un abanico de movimientos y expresiones que hacen a la danza en realidad. Es gracias a un maestro que lo podés percibir así”, asegura Gisela.

    Para ella, “Apollo” fue especialmente desafiante, porque “no es fácil enseñárselos. El clásico está escondido en el medio; ni siquiera hay nombres de pasos para decir. Es más bien una búsqueda, es ampliarles la mente para que no se queden. Ahora es cuando tienen que estar abriéndose, sino les va a costar el doble de grandes, si es que tienen la posibilidad de bailar profesionalmente. Esa es la otra: uno nunca sabe a dónde vas a desembocar. Son tantos los ingredientes para lograr hacer una carrera que mi lema con los alumnos es que no se cierren a nada”, afirma ella.

    Apuntalar la parte emocional

    Y es en este punto que la tarea del docente toma otros matices: se torna, en esta profesión, en una experiencia de contención, ya que el camino es arduo y complejo. “Hay algunas chicas que ya son grandes, han entrenado toda su vida, pero no les da la edad para entrar a [la escuela] del Colón, o al [taller del Teatro] San Martín. O quizás les da la edad pero no llegan técnicamente a los requerimientos, aunque sean buenas. Es difícil. Hay algunos a los que les gusta mucho y quizás también tienen muchas condiciones, pero los tiempos no les dan. En este sentido, mi tarea también es mostrarles que hay un abanico enorme, mucho más amplio que en mi época para buscar otras cosas. El hecho es que es difícil concientizarse, hacerse cargo de eso, más cuando son chicos y adolescentes. Les trato de mostrar que más allá de la danza clásica, está la danza contemporánea, hay muchísimas compañías independientes, está el tango, el folklore. Hay muchas variantes que pueden explorar. Tiene que haber alguien que les diga que no se termina todo ahí. Antes era todo más blanco y negro, ahora hay más matices, más posibilidades. La gente que se quedó fuera de esos ámbitos a los que se proponía llegar, esa gente formó lugares. Yo creo que si tuviéramos más apertura aún, más apoyos en la parte económica, más salas, habría más posibilidades aún, porque hay mucha gente tratando de encontrar un ámbito de desarrollo. Yo bailaba con Mónica Fracchia y cuando yo me fui, ella empezó a tener un poquito más de espacio, pero era una gran lucha, todo lo hacíamos a pulmón. Antes incluso nosotros mismos nos hacíamos el vestuario. Ahora hay más movida. Igual falta desarrollo para la danza y creo que acá en este sentido, por la falta de posibilidades, hay desperdiciado un potencial inmenso. Me da una pena terrible”, comenta Gisela.

    La clase de Gisela, en pleno. Foto: REVOL.

    La clase de Gisela, en pleno. Foto: REVOL.

    Es así que para una carrera que se presenta tan inherentemente ardua, los maestros pasan a ser un pilar fundamental en la vida de sus alumnos y trabajar con ellos ese qué pasa cuando se están preparando mucho y el resultado después no cuaja con sus sueños: “A medida que nos vamos conociendo, las voy descubriendo y digo que somos un poco psicólogos de los chicos. Me siento en la obligación de apuntalarlos desde otro lugar porque trabajo con chicas que buscan una carrera. Me toca un rol complejo. Acá vienen muchos porque quieren bailar y resulta que quizás se encuentran con una pared y me parece que tenés que estar para, por las dudas, sostener eso. Por una cuestión humana. Primero, ante todo, preservar la persona; después vemos cómo hacemos el resto de las cosas. Acá hay varias chicas del interior. Vienen solas a un lugar que es la selva, en comparación con lo que ellas están acostumbradas. Después se ve que la preparación es débil y que cuando llegan acá empiezan los bajones. La competencia es mucho mayor. Hay que poder atajarlas para que no se desmoralicen porque no es todo malo, al contrario, pero hay que ver qué hacemos con esto y con esta ilusión, cómo se reconfigura, se transforma y cómo pueden llevar eso sin que se desmorone la parte emocional. Y ahí es cuando tenés que empezar a abrir abanicos. Este ámbito es muy cruel en este punto: estás preparada a los 14, 15 años o no. Y sino, te tenés que preparar en otro sentido. Yo trato de rescatar ese aspecto y ayudarles a encontrar este otro camino: no vamos a tirar todo por la borda, porque son muchos años de trabajo, tienen algo muy lindo, por su físico, por su expresión. Desde ese punto, no podés dejar sólo porque no lograste estar a nivel técnico por un poquito, si vamos al caso. Con todo eso que sabés y podés, tenés que poder lograr hacer algo. Ahí tenemos una búsqueda interior también, que es muy importante. Estar agarrado de la barra y hacer semejante sacrificio, de estudio, desgaste, cansancio, hacer clase, para no saber para qué, es tremendo. Hay que encontrarle una vuelta para que veas una forma de encauzar tu vida y tu sueño, una carrera posible en diversos sentidos. Es buscar el modo de torcer un camino para que, sin abandonar todo eso, vaya por otro lado. Pero es un camino, una búsqueda”, concluye.

    Lo que se dice, una maestra full life.

    Tomá las clases especiales y regulares de Gisela en repertorio, puntas y técnica clásica en Ballet Estudio!

  2. Ana Azcurra: El jazz contemporáneo como espacio de creación

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    Ana Azcurra ha trabajado como bailarina y creadora en los más diversos ámbitos, que abarcan desde el teatro hasta la televisión, en programas tan populares como “High School Musical” o “Videomatch”, hasta realizar su propia obra independiente, “Hembra”, estrenada el año pasado en medio de las vicisitudes de su maternidad. Ella es una maestra comprometida con sus alumnos, una buscadora de sus talentos y de que la danza sea cómplice de descubrimientos creativos, artísticos y personales.

    Es así que sus clases son más un espacio interdisciplinario, fundado en sus propias experiencias como bailarina, que construye a través de diversas técnicas que fueron efectivas en su desarrollo técnico, físico y artístico. Definidas por ella misma, sus clases son de jazz, con matices de contemporáneo, y preparación a través de técnicas de Ashtanga Yoga, estiramiento, técnica clásica y ritmos latinos. Cuenta: “Es difícil el tema de la etiqueta del jazz contemporáneo. Doy jazz, con gotas de contemporáneo. Pero también lo que tienen mis clases es un entrenamiento de técnicas que a mí me han hecho crecer y que no necesariamente es danza. Con Ashtanga Yoga, llegué a puntos interesantes de conciencia de mi cuerpo por otro camino distinto del que se llega con la danza clásica tradicional. Mi clase tiene en su entrada en calor, técnica clásica, estiramiento. Hago piso, al trabajar sin gravedad concientizás mucho más ciertos puntos sin tener que sostener el cuerpo, y en coreografía, hay fusión. Me gusta mucho la música y desde allí, trabajar la teatralidad en las coreografías. Trabajo mucho con la emoción en la clase. Las etiquetas no me van demasiado. Eso hace personal a cada maestro. Lo mejor es que vengas y la vivas. La clase hay que vivirla en el cuerpo, con la música. Es el mejor termómetro. Tiene muchas cosas que se descubren en vivo”.

    Para Ana, es fundamental la entrega emocional y el compromiso de sus alumnos en clase para expresarse a través de la danza. Encontrar el propio decir a través del cuerpo y aprender a sentirlo, más que observarlo –razón por la que trabaja muchas veces sin espejo-, uno de los objetivos fundamentales. “Hay que saber escucharse y es algo que quiero transmitir en las clases. A mí me gusta que mi intérprete, el bailarín, trabaje desde su verdad, comprometido con su cuerpo, el movimiento y lo que tiene para contar. Por clase suelo  hacer dos coreografías. Hay una parte más lenta, otra más rápida. Si bien las dinámicas y los movimientos son distintos, trato de que se apoyen mucho en la emoción, que busquen en dónde se sostienen para contar en una y en la otra. Estoy trabajando mucho desde ese lugar: pensar dónde a mí me llega el bailar, fundado en la técnica, el virtuosismo y todo lo que tiene que tener un bailarín, pero la danza trasciende cuando la persona está viva en su emoción al bailar y usa las herramientas que adquirió como un lenguaje. Creo que las cosas llegan cuando vienen de un lugar genuino. En mi espacio trato de que no exista la competencia. El mejor para mí es quien se compromete con lo que siente y lo expresa. Busco que ellos tengan un compromiso real cuando bailan. Por eso agradezco cuando las veo bailar entregadas y noto que están metiendo su mundo en una clase. Eso hace que la clase esté viva. Es tan simple como conectarse con cómo estás y qué traés hoy. No siempre estamos iguales. No siempre sentimos el cuerpo igual. Hay que usarlo. Estoy triste, tráelo a la clase y fijáte como bailás desde ese lugar. Vas a estar súper viva y el tránsito de la clase va a ser distinto. Es muy importante el transitar. Lo mismo pasa cuando uno está viendo danza”, asegura Ana.

    Actualmente, ella se define como pasando un momento creativo, en el que se conecta con sus alumnos desde esta vocación: “Un momento creativo se define por las cargas internas de uno, que si las sacás, te obligan a  crear. El tránsito de la vida misma te va haciendo pararte en distintos lugares y hoy tengo ganas de contar otras cosas que tienen que ver emociones. El año pasado falleció mi papá, es triste, tremendo, pero es creación. Si lo pongo en la danza, desde el lugar oscuro o de dolor, se crean cosas muy interesantes. Está bueno que uno tenga la claridad como para pararse en ese lugar y ver qué me sale desde acá y cómo o transformo. Surge también como necesidad. Es un privilegio encontrar lo que te mueve. No hay nada más lindo. Yo soy muy apasionada e intensa y en eso reparo, porque es lo que soy.

    Ella valora, especialmente, a quienes se dedican en cuerpo y alma a la danza desde la humildad, un valor que considera primordial a la hora de lograr permeabilidad al aprendizaje. “Estoy segura de que tendré más resultados con el que viene con humildad a aprender. Puede estar tímido, triste o lo que fuera, pero va  a despertar su deseo de estar presente. Suelo dar devoluciones a fin de año a cada uno, puntual. Vivo años con ellos y, por más que no sé nada de sus vidas personales, la danza nos cuenta cómo somos y los momentos que vivimos. Agradezco cuando lo veo en la danza, porque significa que el alumno se está entregando. No podés dejar de estar vivo. El lenguaje del cuerpo es universal”.

    Y ella hace gala de su propia entrega a cada palabra. Su cuerpo la acompaña en el relato, siempre cada vez más intenso. “Trato de poner el cuerpo en todos los aspectos de la vida. El ser humano se puso tan racional que se perdió el cuerpo. Si lo usás de termómetro, te puede decir cosas mucho más valiosas que la mente y el ego. Cuando estás mal, es el primero que sufre. El cuerpo habla. Y delata”, concluye la artista.

    Tomá las clases de Jazz Contemporáneo de Ana Azcurra en Ballet Estudio!

     

  3. Nadia Freedom: Cuando elongar es un placer

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    Nadia Freedom es bailarina, coreógrafa y maestra de danza clásica y elongación por biomecánica, a través de una técnica que ella misma desarrolló. Busca ofrecer un marco de preparación física y técnica consistentes en perfeccionamiento de colocación y rotación, enmarcada en la técnica Vaganova, en la que se especializó.

    En sus clases de elongación ofrece, surgidas de su propia investigación, una serie de secuencias de movimientos en espiral, en verticalidad y en proyección que tienen por objetivos desarrollar un físico longilíneo y lograr un máximo aprovechamiento de las potencialidades físicas.

    Nos cuenta algunos de sus conceptos fundamentales a la hora de encarar sus clases, que hoy resultan esenciales en torno a moldear y potenciar las posibilidades físicas de los bailarines, tan demandadas hoy en día para su rendimiento artístico. Nadia comenta: “Hoy hay mucha exigencia física. Hay bailarines cada vez más virtuosos, plasmados en fotos y videos. Y los estudiantes quieren lograr mucho. Si tienen una abertura de 180°, quieren más y así sucesivamente. Trato de colaborar con su flexibilidad, su rotación para que logren sus objetivos sin lesionarse y naturalmente, sin forzar el cuerpo”.

    R: ¿Qué implica trabajar “la proyección” cuando hablamos de elongación?

    NF:A mí me parece fundamental que el bailarín o el alumno inicialmente se alinee en el piso. Si la pelvis no está alineada, va a tener una consecuencia en las piernas y en la columna. Fundamental es estar con una alineación postural correcta. Luego, mientras uno va calentando la musculatura, seguimos tratando de soltar y generar espacios en las articulaciones. ¿Cómo? Alargando, flexibilizando ligamentos, generando espacios intervertebrales, expandiendo musculatura, alargando todo. Proyectar implica lograr que los bailarines expandan, alarguen y suelten. Implica generar espacios. Si generás espacio en la articulación de la cadera, en las lumbares ya te despegás para arriba. A partir de ahí, desde haber ordenado el espacio, sí es muy fácil encontrar la rotación para un développé, para levantar posiciones, encontrar un écart. Quiero decir, habiendo alineado la colocación y soltado, habiendo generado espacios en las articulaciones, y flexibilizado los ligamentos que, si están tensos, no te permiten el movimiento. Es a partir de ahí que progresivamente vamos buscando los objetivos de la elongación.

    R: ¿Cuáles son los conceptos que considerás equivocados con que vienen los alumnos y que los ayudás a destrabar?

    NF: A veces no es que los chicos no pueden hacer las cosas, sino que no saben por dónde o cuál es el mecanismo de determinada articulación. Y la idea es explicarles, más que nada para mí, con imágenes. Joseph Pilates decía que plantear una imagen es mucho más familiar que intelectualizar demasiado un movimiento. Para explicar la alineación de las lumbares en el piso, él hablaba de una maceta cargada con tierra sobre el ombligo. Sus alumnos rápidamente entendían a dónde quería llegar. Es práctico. Después de 30 años de dar clase de este método, que fui investigando y desarrollando a través de los años, he podido comprobar su efectividad. Es importante y fundamental la imagen que le das al alumno y que todo vaya fluyendo en su cuerpo sin que sea necesario que sufra con un dolor que lo contracture. No es la idea. El objetivo es que llegue a la clase, se acueste en el piso y casi sin saber cómo, llegó a tener la pierna al lado del hombro. Ese es mi mayor placer. Después termina la clase y me dicen ‘me siento más alto’ o ‘siento que se me alargaron las piernas’. Así es que siento que mi objetivo está cumplido. Yo les hablo de líneas de energía y que todo movimiento que hagan, va más allá de donde aparentemente termina. Todo el tiempo, estamos alejándonos. La palabra lejos es muy habitual en danza. Es muy claro: es proyectar líneas de energía más allá de las dimensiones del cuerpo.

    R: Es interesante este trabajo contrario a la “contracción”, la tensión, la repetición, algo con lo que quizás a veces se conecta a la danza clásica. Es un trabajo completamente contrario.

    NF: Se trata de una diferencia en la dirección de las energías. A veces el alumno viene con un trabajo en su cuerpo que tiene que ver con acortamiento de músculos, que determina un músculo muy duro y líneas cortas. Después cuando ven cómo es esto de dirigir energías, de proyectar músculos y empiezan a entender los movimientos desde otro lugar, lo que parecía tan difícil, como saltar o mantener una pierna, parece que fluye o sale solo. En mis clases, trabajamos en el fluir de una energía que nunca se corta, sino que tiene continuidad a través de las distintas conexiones que de por sí existen en el cuerpo. Muchas veces los alumnos te dicen que no pueden mantener las posiciones y resulta que, por ejemplo, no han fortalecido el psoas-ilíaco, que es un músculo que interviene mucho en la posición y conecta cadera y tronco. Su trabajo parte de poder estirar las lumbares. Se genera ahí. Esta es una línea de trabajo de danza que tiene que ver con proyectar, alargar, despegar hacia arriba y provocar entonces que los movimientos que parecían tan difíciles, surjan de un modo más natural. Después uno irá trabajando, profundizando para lograr más de todo lo que quiera. La idea es que el bailarín hoy día pueda ejecutar con la menor cantidad de contracciones o de fuerza posible los movimientos. Esto logra un bailarín mucho más grácil, que parece que no tuviera peso. Cuando estás viendo bailar, se nota claramente si el bailarín está proyectando sus movimientos o está terminando en sus propios límites, el brazo donde terminan los dedos, o si está proyectando más. Marca la diferencia de un bailarín virtuoso, pero por la forma en que baila.

    Lo que encuentro es que muchas veces los chicos que vienen, han aprendido por repetición o en cantidad, sin saber por dónde debían realizar los movimientos y utilizaron otros músculos u otras articulaciones, lo cual no provocó los efectos que querían y a veces hasta termina en dolores o lesiones. Por ejemplo, por querer rotar mucho, trabajaron desde los pies solamente, y lograron que se venciera el arco, en lugar de trabajar repartida la rotación entre la cadera, la rodilla y el pie. Por suerte, cada vez más la gente sabe que es indispensable la preparación física del bailarín siendo consciente de la biomecánica corporal.

    Consejos

    R: ¿Qué aconsejarías para quienes desean continuar con las líneas de trabajo fuera de clase? ¿Cómo se puede ejercitar en el día a día?

    NF: Cada movimiento que hagas en clase o fuera de ella debiera convocar una colocación correcta del cuerpo. Yo a veces les digo a los chicos que si están en el colectivo, que se fijen cómo están parados o cómo están agarrando el barrote para sostenerse y que lo aprovechen para trabajar la espalda. La idea es que uno haga un culto de lo que cree que es su vocación y busque todo el tiempo trabajar su cuerpo para que esté colocado. Lograr una conciencia de la colocación y el estiramiento, para lograr esos espacios, es muy importante. En cuanto a la musculatura, no es muy recomendable comer muchas proteínas de origen animal. El cuerpo se mueve mucho más liviano sin tanta ingesta de proteínas animales. Pero lo ideal es que los bailarines vivan la mayor parte haciendo aquello que sea provechoso para su arte. Y los que no lo son, es fundamental que anden despegados por la vida (risas).

    R: Este método es muy beneficioso para la salud, también

    NF: Energéticamente, te cambia mucho el fluir. La vida es mejor si uno puede fluir y no estancar emociones en el cuerpo. No estancar desde el punto de vista corporal ni emocional. A una persona que está fluyendo, la ves hasta con el pecho más amplio. Es fundamental no permitir estancamientos en el cuerpo. Pensar en fluir y no en estancar. La elongación es excelente para eso. No deja nada sin trabajar. Te sentís mejor en cuanto a la salud general. Los órganos adentro también buscan estar cómodamente colocados.

    R: ¿Cuáles son aquellas costumbres a veces poco positivas que se tienen a la hora de elongar y que deberían cambiarse?

    NF: Primero, a ningún bailarín ni se le ocurriría hacer una elongación extrema si el músculo está frío. No se hacen elongaciones máximas sin el calor necesario. Y por otra parte, no se debe trabajar por cantidad de repeticiones. El músculo tiene que ir fluyendo; trabajamos cadenas de grupos musculares y vamos analizando en qué y por qué un ejercicio sucede al otro. Una secuencia sucede a la otra. No hay un porque sí. Es un trabajo progresivo. Un movimiento va a preparar el siguiente. Vamos a seguir así llegando a la profundidad y al máximo potencial de cada uno. Ir de golpe a fondo con un músculo frío o repetir, no sirve a la larga. Y finalmente, aconsejo no hacer algo que no querés hacer. A veces aparece una sensación corporal de que no querés hacer un movimiento. La mayoría de las veces que yo escuché que se habían lastimado, era por esta razón. Hay alguna disconformidad corporal a realizarlo y eso es por algo. Hay una contradicción entre lo que piensa y siente y lo que a uno le están diciendo que haga. Es tan energética la elongación, que es muy probable que el cuerpo se defienda de eso. Está viviendo como una agresión lo que le están pidiendo de afuera.

    R: Derribemos un mito, ¿es difícil elongar?

    NF: La gente que viene a mi clase no encuentra que elongar sea difícil, porque es un movimiento que circula en espiral. Es tan sorpresivo todo esto, porque hay muchos chicos que de pronto descubren su potencial y me dicen ‘yo no sabía que podía llegar hasta acá’, en una sola clase. No es tan difícil. Hay que pensar de dónde se saca el movimiento. Trabajamos en espiralado hacia arriba y hacia afuera. Y es placentero; se convierte en un masaje para el cuerpo. No lo tomás como algo difícil. Además,me gusta que haya una música especial, que les permita una armonía. Me parece que todo tiene que estar en armonía. En la clase se logra eso. Veo a mis alumnos felices y yo también estoy feliz. Todos terminamos con una secuencia coreográfica, donde aplicamos todo lo que se hizo en la clase. Y si van a mover un brazo, saben de dónde sale, cómo deben poner la espalda para que ese brazo salga bien. Siempre se provoca una cierta emoción al final de la clase. Tenés que ver qué lindo.

    Tomá las clases especiales de clásico y elongación con Nadia este invierno en Ballet Estudio!

  4. Mischa Tchoupakov, Maestro ruso de elite internacional, visita Ballet Estudio

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    Mischa Tchoupakov es una eminencia que llega a Ballet Estudio este sábado 26 de julio de 2014 para ofrecer una clase de técnica clásica y una de repertorio, que se postulan como el must de cualquier estudiante de danza que esté en Buenos Aires en estas épocas invernales. Bailarín formado en la Escuela del Bolshoi, otrora bailarín en esta tradicional compañía, Mischa es también actualmente nada menos maestro invitado por Julio Bocca para acondicionar a diario la compañía de ballet del SODRE. Y en este plan estaba cuando surgió su llegada a Buenos Aires.

    Y por enfatizar sólo algunos de sus datos profesionales, él ha sido maestro y ensayista en múltiples compañías alrededor de todo el mundo, en China, Estados Unidos, Rumania y Brasil. También fue miembro de algunas de las escuelas más prestigiosas del mundo, como la Royal Ballet School, la Escuela de Danza en Elmhurst en asociación con el Birmingham Royal Ballet, y la Escuela del English National Ballet en el Reino Unido. Actualmente trabaja con la competencia Youth America Grand Prix, en Nueva York, como Director de Ensayo, Juez y profesor principal, concurso cuya semi-final latinoamericana se llevará a cabo en Buenos Aires entre el 23 y el 25 de agosto de 2014. En 2013, se unió a la Facultad de Artes la Universidad de Carolina del Norte como Profesor Asistente de ballet en la Escuela de Danza.

    Mischa Tchoupakov en clase en Estados Unidos. Foto: Gentileza.

    Mischa Tchoupakov en clase en Estados Unidos. Foto: Gentileza.

    En esta ocasión, trae a Buenos Aires su experiencia en dos clases imperdibles para quien desee un atisbo de las exigencias y las expectativas del ballet en algunas de las mecas de la danza mundial. Lo entrevistamos antes de su arribo y esto nos contaba:

    R: ¿Qué memorias tenés de tu educación en una meca de la danza, como lo es el Bolshoi? ¿Cuán distinto es estudiar allí que en otras partes del mundo donde has estado?

    MT: Mis mejores memorias son siempre de actuaciones en el escenario del legendario Teatro Bolshoi. Desde el primer año, los estudiantes tienen la oportunidad de actuar en producciones de la escuela y unos pocos afortunados, incluso con el Ballet del Bolshoi. La mayor diferencia, creo yo, es que la Escuela del Bolshoi y la Academia Vaganova en Rusia son instituciones muy antiguas, con muchísima historia y cada docente es un Maestro en lo suyo del más alto nivel. Decimos en Rusia que «las paredes de la escuela están enseñando ballet a todos quienes están en el interior». Trae implicada la tradición, el respeto y el trabajo muy duro, sin preguntas, en función de lograr un único objetivo: ser el mejor que uno pueda llegar a ser, ya que, sobre todo durante la época soviética, cuando yo estaba en la escuela Bolshoi entre 1974 y 1983, no se trataba solamente de tener una formación de ballet, sino que era un camino hacia una vida mejor, y para algunos tal vez una manera de salir a un mundo mejor, o sólo una manera de ver un mundo mejor. Estábamos bajo la cortina de hierro, y sólo unos pocos elegidos, entre ellos los bailarines de ballet, podríamos, o incluso soñábamos, con ser capaces de ver los otros países y actuar en grandes escenarios del mundo.

    R: ¿Cuál crees que es el principal reto de un bailarín tiene hoy?

    MT: El mundo del ballet de hoy es tan pequeño, todo es global ahora. No importa dónde te entrenes, podés enviar un link a un video tuyo a cualquiera de las mejores compañías del mundo y probar suerte. Pero el mayor reto para los bailarines actuales es encontrar esa compañía que sea la mejor opción para ellos y estar en el lugar correcto en el momento adecuado. Hay muchos y muy buenos bailarines en el mundo, pero encontrar un trabajo a veces es muy difícil y se ha convertido en una cuestión de suerte. Lograr el paso de la educación y la formación a ser parte de una compañía es una de las cosas más difíciles y desafiantes. Algunas organizaciones ofrecen un servicio de trampolín para llegar a las compañías, como el Prix de Lausanne y Youth America Grand Prix. Ellos han hecho tanto por tantos bailarines de todo el mundo en los últimos 15 años. Actualmente estoy trabajando en un evento en Osaka, Japón, llamado ‘Dance Career International 2015’, donde directores artísticos de las compañías de ballet en los EE.UU., Canadá, Europa y América del Sur realizarán una búsqueda de los mejores bailarines de Japón entre 17 y 27 años de edad. Espero que la temporada inaugural sea un éxito y por lo menos un par de bailarines resulten contratados a partir de ese evento.

    R: Has sido tanto bailarín como profesor en los EE.UU. en grandes compañías, ¿cuáles son las principales características que estos ballets buscan en los estudiantes?

    MT: El así llamado “ballet clásico” no está tan presente en las compañías de ballet de los Estados Unidos, ya que es muy caro hacer un montaje de un ballet clásico de entre tres o cuatro actos, que se actúan con trajes completos, decoraciones, orquesta y efectos especiales. Por ello, el repertorio de la mayoría de las compañías en EE.UU. depende del tamaño de su presupuesto, y es la razón de que cada vez más coreografías modernas o contemporáneas se hayan convertido en parte de las compañías de ballet. Esto significa entonces que sólo el entrenamiento en ballet clásico para los estudiantes de hoy en día no es suficiente: los directores están buscando bailarines muy versátiles, que no sólo puedan tener una técnica perfecta de ballet clásico, sino también ser buenos en la técnica moderna y contemporánea y que puedan aprender nuevos estilos coreográficos rápidamente. Esto es muy difícil y la mayoría de las veces imposible, pero por supuesto que nosotros los maestros debemos decirles a los estudiantes que es conveniente que aprendan a hacer todo y tratar de lograr los mejores resultados en todos estos campos. La versatilidad es lo que la mayoría de los directores artísticos está buscando en sus bailarines. No estoy de acuerdo totalmente con el concepto, pero el mercado dicta en este sentido.

    R: Actualmente sos maestro invitado por Julio Bocca del Ballet del SODRE: ¿has trabajado con él antes? ¿Cómo es el trabajo que están llevando a cabo allí?

    MT: No, esta es la primera vez que tengo el honor de trabajar con Julio Bocca. Yo lo conocía como bailarín y nuestros caminos se cruzaron el año pasado en Nueva York, durante la final del YAGP, donde me asignaron un montón de clases que fueron observadas por muchos directores artísticos de compañías y directores de escuela. Fue de allí que recibí un par de invitaciones para venir a algunas escuelas y algunas compañías. Mi trabajo aquí en SODRE es dar una clase de ballet diaria a la compañía y algunas veces ayudo a los bailarines a ensayar. La semana pasada ayudé a los bailarines principales con el Pas de Deux de “El Corsario” para una actuación en una Gala en Brasil. Estoy disfrutando mucho de mi tiempo aquí y estoy muy agradecido por la invitación.

    Mischa Tchoupakov, con Julio Bocca, cuando se conocieron en las finales de Nueva York del YAGP. Foto: Gentileza.

    Mischa Tchoupakov, con Julio Bocca, cuando se conocieron en las finales de Nueva York del YAGP. Foto: Gentileza.

    R: Sean profesionales o estudiantes, ¿qué es lo más importante que te interesa transmitir a tus alumnos?

    MT: Mi idea principal cuando enseño técnica de ballet es hacer que los estudiantes confíen en mí. Espero hacerles entender las mecánicas del movimiento, en lugar de obligarles a hacer los pasos porque yo lo digo. El ballet es una ciencia y cada paso, movimiento de la cabeza o coordinación se lleva a cabo por una razón, y no sólo para verse lindo. Todo está conectado: desde un sencillo paso al más difícil salto virtuoso.

    R: ¿Cómo transmitís tu gran experiencia en el escenario con ellos?

    MT: Busco que el proceso de aprendizaje sea divertido. Les cuento historias divertidas de mi carrera como bailarín, datos interesantes de la historia y las tradiciones de la danza, las historias de los teatros y especificidades de los roles.

    R: ¿Cómo crees que la pedagogía del ballet ha cambiado en los últimos años?

    MT: Muchos maestros están incluyendo entrenamientos cruzados con diversas disciplinas en la formación de ballet, incluso durante los ejercicios de clase. Tal vez es bueno, pero yo prefiero mantener la estructura tradicional de una clase de ballet con el fin de preservar las tradiciones clásicas y el estilo clásico, y hacer todos los ejercicios adicionales necesarios relacionados con la danza contemporánea y las técnicas modernas, el jazz y el hip hop, Pilates y entrenamiento con pesas fuera de la clase de ballet tradicional. El ballet es una forma de arte más de 400 años, y creo que se han perfeccionado cada vez más los métodos y técnicas de enseñanza con mucho éxito. Especialmente en Rusia y en algunas otras escuelas de ballet muy establecidas, encontraron la manera de entrenar a los mejores bailarines -basta chequear la lista de los graduados del Bolshoi y la Escuela Vaganova-. Yo veo que en los últimos años algunos nuevos sistemas de formación de ballet están apareciendo por aquí y por allá, y claman que ‘han reinventado la bicicleta’, pero sólo el tiempo dirá si están incluso creando bailarines decentes.

    R: ¿Cómo es hasta ahora tu experiencia con los bailarines en Latinoamérica?

    MT: La única experiencia que tuve con los bailarines de América del Sur se encuentra ahora en Uruguay y también antes en Brasil. La mayoría de los bailarines de América del Sur son muy bellos de aspecto. El ballet debiera ser hermoso y los bailarines en Uruguay y Brasil son de gran belleza, tienen muy buen físico, son talentosos, se mueven muy bien de forma natural. Los que he conocido están dispuestos a aprender y con muchas ganas de recibir información. Hasta ahora lo estoy pasando muy bien enseñando en Uruguay en el Ballet Nacional del Sodre, así como en la Escuela Nacional de Ballet en Montevideo.

    Mischa en clase con los chicos que compiten en Nueva York para YAGP. Foto: Gentileza.

    Mischa en clase con los chicos que compiten en Nueva York para YAGP. Foto: Gentileza.

    Tomá el Seminario de Técnica Clásica y Repertorio de Mischa el sábado 26 de julio!

  5. Juan Pablo Ledo: Transmitir la experiencia

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    Juan Pablo Ledo no amerita demasiadas introducciones. Es uno de los bailarines argentinos más reconocidos de la actualidad en nuestro país: Primer Bailarín en el Teatro Colón y recientemente nominado a los Premios Benois de la Danse 2014, también, en plena actividad, da clases a las nuevas generaciones con la pasión y entrega que caracterizan sus interpretaciones. Son las ganas de transmitir eso que él vive en el escenario con paciencia y dedicación e inspirar a jóvenes a disfrutar de la danza y darles algunas puntas para que puedan prepararse para habitar, como él, un escenario algún día como artistas.

    Y para él, dueño de palabras pausadas y pensadas, es reconfortante ofrecer su experiencia a chicos de todas las edades y también adultos: “Hace poco, en Junín, me propusieron enseñar para niños. Tenían una gran velocidad para agarrar la ‘sensación del movimiento’, algo que trato de trabajar desde la musicalidad y la creatividad en los pasos, lo cual, en última instancia, es la manera en que se hacen los pasos. Creo que los buenos maestros en una época pasada eran aquellos que te transmitían la sensación del movimiento y trato de partir de ese lugar. Marco, pero voy por la calidad del movimiento y hacer a los alumnos sentir cómo se realiza cada cosa. La idea es que todos estén con la concentración en eso. Trato de ser lo más natural posible siempre en clase. Me gusta que sea un ambiente disciplinado pero descontracturado. Hago muchos chistes desde mi lugar como maestro. Y soy muy de incentivar a los jóvenes, no sólo a mis alumnos, sino también a mis compañeros más chicos, profesionales del Colón, a continuar formándose, dándoles consejo. Todo lo que fui haciendo lo llevo conmigo y lo otorgo”, relata.

    Para él, es fundamental también, no importa cuán chicos sean, dejar que fluya la personalidad de cada uno a través de las sensaciones que cada uno experimenta con sus movimientos: “En ese cómo pasan ese movimiento en sus cuerpos, me gusta que aflore la personalidad, el carácter que tiene cada uno”, cuenta este bailarín, que también es estudiante de Derecho en la Universidad de Buenos Aires.

    Juan Pablo cree en lograr que cada alumno se sienta especial en clase. Foto: REVOL.

    Juan Pablo cree en lograr que cada alumno se sienta especial en clase. Foto: REVOL.

    Es que Juan Pablo es un bailarín “multi-tasking”: no sólo es figura en el Teatro Colón y maestro, sino que también estudia Derecho en la Universidad de Buenos Aires. Hace de todo y parece que, encima, todo bien al punto que uno termina por preguntarse cómo hace. Se ríe cuando le preguntan y dice que hoy se propone menos actividades de las que le gustaría: “Me encantaría hacer más, pero aprendí con el tiempo que hay que parar un poquito. Me cuesta regular. Doy el 100% para todo, te lo pide el cuerpo, es la manera que aprendí. Para todo soy así”. Y es este combo de conocimientos diversos, pasión y entrega que se cuela en sus clases, para lograr sacar lo mejor de cada uno de sus alumnos: “Me doy cuenta que uno tiene una esencia y va aflorando en la enseñanza, en la coreografía. Siento que así voy transmitiendo todo mi bagaje. Veo que lo que hubiera dado hoy, no lo hubiera dado un año atrás o dos atrás. Hoy busco mucho ser didáctico y pedagógico y que el chico que venga a hacer clase conmigo, sienta que está contenido, cuidado y que no se quede nunca en el fondo, que nunca sienta que uno da clase para cuatro personas. Paso uno por uno a corregir; todos saben que va a pasar el maestro y va a decirles algo. No me gusta la distancia con el alumno. Me gusta poder mostrarles cómo soy y trabajar desde el respeto. Uno tiene la misión de dirigir una clase y enseñar la disciplina que es necesaria para bailar, pero no con agresividad en lo absoluto. Y creo que una buena manera es acercarme al alumno, estar atento a todo lo que necesita y a que se sientan cómodos para que aprendan lo máximo posible desde la actitud de trabajo. Así logran focalizar en la clase, algo que me parece fundamental”.

    Le preocupa, según comenta, que la concentración, la disciplina y la conciencia del esfuerzo no adopten connotaciones negativas, sino como necesarios para lograr hacer una carrera, aquellos que así lo desean, algo que en estos tiempos parece no atravesar tan habitualmente el imaginario de los más jóvenes: “Los que aman el ballet, se están desarrollando bien. Son pocos igual. Amén de que las academias han mejorado el nivel de enseñanza, siento que tampoco es suficiente, porque hoy los ritmos de vida son muy raros. Antes los chicos buscaban mucho tomar clases fuera de su escuela habitual, como podía ser la del Colón. Los estudios de danza estaban llenos de gente. Los chicos eran conscientes de que se formaban para trabajar. Hoy no están abarrotados los estudios. Cuando hay seminarios tal vez, pero depende de cuál sea el maestro convocante. Hay que retomar este estilo. Si bien el argentino tiene un don, no veo que hoy tengan ese ‘hambre alocado’ de conocimiento que yo viví con mi generación, hace diez años atrás. Hasta el día de hoy, nosotros, incluso profesionales, nos dedicamos a repetir, preguntar, ver cómo se hace el ensayo de otro. Es una pasión por querer aprender siempre más. Los bailarines que han logrado ese ritmo, han hecho carrera importante afuera o acá. Vemos que los chicos de hoy, quizás por cierto facilismo que inunda esta época, las redes sociales, la tecnología que acercó las conexiones, que también es pérdida de tiempo, fue degradando ciertos marcos de referencia. No existe esto de decirle al padre ‘no quiero ni celular ni nada, quiero que me mandes a danza’. Esto no está más, falta un poco de intensidad. Espero ayudarlos a recobrar algo de esa pasión por querer siempre más”, concluye el bailarín.

    Tomá las clases regulares de danza clásica de Juan Pablo en Ballet Estudio!

  6. La nueva generación nos inspira…!

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  7. El Estudio

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  8. Cómo llegar a ser un profesional de la danza, según el Maestro Alejandro Totto

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    Alejandro Totto es uno de aquellos grandes maestros que cautivan con lo que pueden contar. Entre metáforas y vivencias, relatan más que una enseñanza técnica o estilística en relación al ballet. Otrora Primer Bailarín en el Teatro Colón, fue partenaire de la gran Olga Ferri, ha trabajado también en el Dallas Civic Ballet, y, ya profesional, se radicó en Nueva York para perfeccionarse con el Maestro Héctor Zaraspe. También fue Director Artístico del Ballet Oficial de la Provincia de Córdoba, maestro repositor y ensayista para la compañía del Teatro Colón y maestro de la Compañía Nacional de Danza Contemporánea y de Cadabra, compañía de la coreógrafa Anabella Tuliano.

    Haciendo honor a su filosofía de perseverancia y constante aprendizaje, hoy, 9 de julio de 2014, día patrio y feriado, él ofrece igual su clase en el Ballet Estudio, dirigido por Marisa Ferri. Demuestra con el hacer parte de aquello que nos contó que para él son los elementos fundamentales para lograr ser un profesional de la danza en Argentina:

    –  El bailarín argentino: trabajador y versátil: «En cualquier compañía en el mundo hoy hay un bailarín argentino. El profesional de nuestro país, el que quiere profesionalizarse, realmente está muy ávido de querer trabajar y progresar. También es muy flexible y versátil. Nos adaptamos mucho a las circunstancias y sabemos sobre la marcha cambiar cosas, cosa que otros no. Tenemos esas virtudes y hay que cultivarlas y aprovecharlas. No pasa tanto con el bailarín europeo. Tiene todo muy claro, es preciso. A veces, demasiado. Cuando se los aparta unos centímetros de esa meta que tienen, ya no saben cómo avanzar».

    –  Mantener la pasión que llevan en la sangre: «Lo que se necesita es pasión, sino no hay arte. Y no sólo para bailar, sino que es necesario tenerla en todos los sentidos de la vida. La pasión se demuestra en la atención de los detalles, en la voluntad, en la ganas de hacer».

    –  Tenacidad y trabajo, trabajo, trabajo: «Nunca hay que aflojar. El que paró, ya retrocedió. El trabajo tiene que ser cada vez más específico y muy profundo para aprovechar las posibilidades de cada uno al máximo, porque esta es una carrera muy corta. Hoy por hoy a los 40 años se acabó».

    –  Perseverancia ante las dificultades. «El lema de una colega mía era: «Sin prisa, pero sin pausa». Fundamentalmente cuando hay lesiones, es necesario no desesperar, entrenar y no dejarse abatir por el momento. Como en todo, lograr los objetivos implica constancia».

    –  Ser metódico: «Hay que cuidar y mantener el físico. Siempre hay que buscar la manera de estar en forma. Es imprescindible ser consciente de la alimentación, cuidar la conducta, sino no hay resultados».

    – Trabajar la fortaleza emocional: «Muchas veces pasa a los chicos que llegan a Buenos Aires de otras provincias que no les hace bien estar solos. Tienen necesidad de los afectos que están lejos, y no todos tienen esa fuerza interior como para salir adelante en ese sentido. Este es uno de los grandes problemas. Hay otros que están firmes y tienen una “mirada láser” que parece que nada les importa. Cualquiera sea el caso, es preciso trabajar en esta fortaleza porque será necesaria a lo largo de toda la carrera. Guillermo Vilas solía decir que cuando estaba jugando, tenía un montón de amigos, admiradores, pero que cuando terminaba el partido, iba al hotel y estaba solo. Eso a veces es un shock para quienes tienen tanta exposición en su profesión. Lo mismo pasa con los bailarines, que viajan mucho para realizar su labor y que viven de escenario en escenario. Hay que saber enfrentar esas situaciones. A mí incluso hoy me pasa muy seguido también, al momento de ir a dar clases a diferentes países o provincias argentinas: viajo todos los fines de semana del mes. Uno tiene que aprender a estar solo luego de la vorágine. Hay que acostumbrarse a esa forma de vida. Importante es que al bailarín se suman también los dolores después de la función. Pero el show debe seguir. Ser bailarín es de una gran exigencia física e intelectual y se debe ser consciente de eso».

    –  La danza evoluciona: la continuidad del estudio y el perfeccionamiento son esenciales para mantenerse vigente: «Hoy los bailarines surgen cada vez más jóvenes y con mayores disponibilidades físicas. Antes despuntaban profesionalmente a los 18 o 19, mientras que ahora ya salen a bailar a los 14 o 15. La danza ha evolucionado mucho gracias a los desarrollos tecnológicos de tratamiento médico, principalmente aquellos aplicados al deporte. Ha cambiado el saber muscular y mecánico del cuerpo. No es lo mismo ‘levantar una pierna’, que saber sentir el isquiotibial externo, el abductor, el isquiotibial medio, los dorsales. Cada vez la cuestión es mucho más sutil y es impresionante cómo ello ha impactado en las formas de los cuerpos. Si yo tuviera que definir hoy la danza clásica, diría que es ‘el arte de la direccionalidad de las energías’. Hay que saber direccionar energías a través del cuerpo y sus herramientas. El ‘principio’ fundamental de la danza como arte sigue siendo el mismo, pero cambian las ejecuciones. Sucede que muchas veces esta sutileza técnica, en el fragor de querer hacer cada vez más perfecta la cosa, va perdiendo el artista. Por eso, lo ideal es mantener y transmitir aquel trabajo artístico de hace años en combinación con el desarrollo técnico y mecánico de hoy. Uno de los mayores desafíos actuales es la limpieza técnica, considerada prioritaria por cualquier director de compañía. La danza evoluciona tanto que los maestros también buscan seguir este ritmo: en festivales, concursos o seminarios internacionales siempre están ávidos de ver las clases de sus colegas para ver qué se puede aprender de cada uno. Y yo, en este contexto, solamente tengo una definición para mi persona: sólo sé que no sé nada».

     Ser curioso, abierto, valiente para aprovechar las oportunidades: «Generalmente hoy hay más posibilidades para informarse y probar llegar a una compañía de cualquier parte del mundo. Antes no teníamos esas chances de comunicación. Ahora hay un intercambio de información muy grande a través de Internet que permite que te puedas enterar de muchas cosas que antes los bailarines ni sabíamos que existían y a muy bajo costo. Tampoco antes había la cantidad de concursos que hay ahora. Quien desea hacer carrera debe prepararse, informarse, conversar con sus maestros y buscar las oportunidades».

    Próximas clases del Maestro Totto en Ballet Estudio

    Seminario de técnica clásica 1° semana de vacaciones de invierno (21/07 al 25/07): lunes a sábado 12.30 a 14.30

    Clases regulares: miércoles a las 19

    Dirección: Marcelo T. de Alvear 1435, Recoleta (CABA) – Tel.: 6089-6435 | 4811-6298 

  9. Consejos para llegar a ser un profesional, por el Maestro Alejandro Totto

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    Alejandro Totto es uno de aquellos grandes maestros que cautivan con lo que pueden contar. Entre metáforas y vivencias, relatan más que una enseñanza técnica o estilística en relación al ballet. Otrora Primer Bailarín en el Teatro Colón, fue partenaire de la gran Olga Ferri, ha trabajado también en el Dallas Civic Ballet, y, ya profesional, se radicó en Nueva York para perfeccionarse con el Maestro Héctor Zaraspe. También fue Director Artístico del Ballet Oficial de la Provincia de Córdoba, maestro repositor y ensayista para la compañía del Teatro Colón y maestro de la Compañía Nacional de Danza Contemporánea y de Cadabra, compañía de la coreógrafa Anabella Tuliano.

    Haciendo honor a su filosofía de perseverancia y constante aprendizaje, hoy, 9 de julio de 2014, día patrio y feriado, él ofrece igual su clase en el Ballet Estudio, dirigido por Marisa Ferri. Demuestra con el hacer parte de aquello que nos contó que para él son los elementos fundamentales para lograr ser un profesional de la danza en Argentina:

    –  El bailarín argentino: trabajador y versátil: «En cualquier compañía en el mundo hoy hay un bailarín argentino. El profesional de nuestro país, el que quiere profesionalizarse, realmente está muy ávido de querer trabajar y progresar. También es muy flexible y versátil. Nos adaptamos mucho a las circunstancias y sabemos sobre la marcha cambiar cosas, cosa que otros no. Tenemos esas virtudes y hay que cultivarlas y aprovecharlas. No pasa tanto con el bailarín europeo. Tiene todo muy claro, es preciso. A veces, demasiado. Cuando se los aparta unos centímetros de esa meta que tienen, ya no saben cómo avanzar».

    –  Mantener la pasión que llevan en la sangre: «Lo que se necesita es pasión, sino no hay arte. Y no sólo para bailar, sino que es necesario tenerla en todos los sentidos de la vida. La pasión se demuestra en la atención de los detalles, en la voluntad, en la ganas de hacer».

    –  Tenacidad y trabajo, trabajo, trabajo: «Nunca hay que aflojar. El que paró, ya retrocedió. El trabajo tiene que ser cada vez más específico y muy profundo para aprovechar las posibilidades de cada uno al máximo, porque esta es una carrera muy corta. Hoy por hoy a los 40 años se acabó».

    –  Perseverancia ante las dificultades. «El lema de una colega mía era: «Sin prisa, pero sin pausa». Fundamentalmente cuando hay lesiones, es necesario no desesperar, entrenar y no dejarse abatir por el momento. Como en todo, lograr los objetivos implica constancia».

    Alejandro Totto, en su primera clase en Ballet Estudio. Foto: REVOL.

    Alejandro Totto, en su primera clase en Ballet Estudio. Foto: REVOL.

    –  Ser metódico: «Hay que cuidar y mantener el físico. Siempre hay que buscar la manera de estar en forma. Es imprescindible ser consciente de la alimentación, cuidar la conducta, sino no hay resultados».

    Trabajar la fortaleza emocional: «Muchas veces pasa a los chicos que llegan a Buenos Aires de otras provincias que no les hace bien estar solos. Tienen necesidad de los afectos que están lejos, y no todos tienen esa fuerza interior como para salir adelante en ese sentido. Este es uno de los grandes problemas. Hay otros que están firmes y tienen una “mirada láser” que parece que nada les importa. Cualquiera sea el caso, es preciso trabajar en esta fortaleza porque será necesaria a lo largo de toda la carrera. Guillermo Vilas solía decir que cuando estaba jugando, tenía un montón de amigos, admiradores, pero que cuando terminaba el partido, iba al hotel y estaba solo. Eso a veces es un shock para quienes tienen tanta exposición en su profesión. Lo mismo pasa con los bailarines, que viajan mucho para realizar su labor y que viven de escenario en escenario. Hay que saber enfrentar esas situaciones. A mí incluso hoy me pasa muy seguido también, al momento de ir a dar clases a diferentes países o provincias argentinas: viajo todos los fines de semana del mes. Uno tiene que aprender a estar solo luego de la vorágine. Hay que acostumbrarse a esa forma de vida. Importante es que al bailarín se suman también los dolores después de la función. Pero el show debe seguir. Ser bailarín es de una gran exigencia física e intelectual y se debe ser consciente de eso».

    –  La danza evoluciona: la continuidad del estudio y el perfeccionamiento son esenciales para mantenerse vigente: «Hoy los bailarines surgen cada vez más jóvenes y con mayores disponibilidades físicas. Antes despuntaban profesionalmente a los 18 o 19, mientras que ahora ya salen a bailar a los 14 o 15. La danza ha evolucionado mucho gracias a los desarrollos tecnológicos de tratamiento médico, principalmente aquellos aplicados al deporte. Ha cambiado el saber muscular y mecánico del cuerpo. No es lo mismo ‘levantar una pierna’, que saber sentir el isquiotibial externo, el abductor, el isquiotibial medio, los dorsales. Cada vez la cuestión es mucho más sutil y es impresionante cómo ello ha impactado en las formas de los cuerpos. Si yo tuviera que definir hoy la danza clásica, diría que es ‘el arte de la direccionalidad de las energías’. Hay que saber direccionar energías a través del cuerpo y sus herramientas. El ‘principio’ fundamental de la danza como arte sigue siendo el mismo, pero cambian las ejecuciones. Sucede que muchas veces esta sutileza técnica, en el fragor de querer hacer cada vez más perfecta la cosa, va perdiendo el artista. Por eso, lo ideal es mantener y transmitir aquel trabajo artístico de hace años en combinación con el desarrollo técnico y mecánico de hoy. Uno de los mayores desafíos actuales es la limpieza técnica, considerada prioritaria por cualquier director de compañía. La danza evoluciona tanto que los maestros también buscan seguir este ritmo: en festivales, concursos o seminarios internacionales siempre están ávidos de ver las clases de sus colegas para ver qué se puede aprender de cada uno. Y yo, en este contexto, solamente tengo una definición para mi persona: sólo sé que no sé nada».

    Ser curioso, abierto, valiente para aprovechar las oportunidades: «Generalmente hoy hay más posibilidades para informarse y probar llegar a una compañía de cualquier parte del mundo. Antes no teníamos esas chances de comunicación. Ahora hay un intercambio de información muy grande a través de Internet que permite que te puedas enterar de muchas cosas que antes los bailarines ni sabíamos que existían y a muy bajo costo. Tampoco antes había la cantidad de concursos que hay ahora. Quien desea hacer carrera debe prepararse, informarse, conversar con sus maestros y buscar las oportunidades».

    Próximas clases del Maestro Totto en Ballet Estudio

    Seminario de técnica clásica 1° semana de vacaciones de invierno (21/07 al 25/07): lunes a sábado 12.30 a 14.30

    Clases regulares: miércoles a las 19

    Dirección: Marcelo T. de Alvear 1435, Recoleta (CABA) – Tel.: 6089-6435 | 4811-6298 

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  10. Jorge Amarante: flamante nuevo director en el Ballet de Monterrey

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    Y llegó el momento. El coreógrafo, maestro y bailarín argentino Jorge Amarante partió finalmente hacia México para ocupar su rutilante puesto en el Ballet de Monterrey, la segunda compañía más importante de ese país –que cuenta con un cuerpo de 35 bailarines-, luego de la Compañía Nacional de Danza de México. Como su asistente y maestra de la agrupación partirá junto a él la bailarina Analía Sosa Guerrero, quien también es su esposa. Llegan en un momento también particular para la historia de esta institución, que el año que viene cumple nada menos que 25 años.

    Jorge Amarante, un gran coreógrafo argentino, hoy convertido en director del Ballet de Monterrey, en México. Foto: Gentileza.

    Jorge Amarante, un gran coreógrafo argentino, hoy convertido en director del Ballet de Monterrey, en México. Foto: Gentileza.

    No obstante, para Jorge es volver a una compañía con la que ha trabajado seis obras propias desde 2004. “Este año cumplo 10 años de haber empezado a trabajar con ellos y asumo la dirección. Todo junto”, comenta el feliz director en un breve paso por Buenos Aires luego del montaje de una de sus obras en Washington, con la compañía estadounidense Chamber Dance Project, y a punto de regresar a retomar plenamente sus actividades en la ciudad mexicana. “Fue todo muy de imprevisto. Yo iba manejando, me llamaron por teléfono y me ofrecieron el puesto. Fue así nomás (risas). Uno a veces trata de buscar los momentos ideales para un cambio de dirección en la vida, pero nunca los hay porque siempre estás en plena temporada y nunca parece que las cosas encajan bien”, asegura él, quien hasta ahora, además de su tarea coreográfica, junto a su esposa cumplía con una activa labor docente en Ballet Estudio en Buenos Aires, la escuela de ballet de Olga Ferri y Enrique Lommi, hoy dirigida por Marisa Ferri. Tanto para ellos, como para la institución y para sus alumnos de años constituye esta partida el fin de una etapa muy importante: ellos fueron quienes tomaron la posta de las clases que solía dictar Olga, habiendo sido otorgado este lugar por ella misma. “La movilización emocional fue lo peor. Lo más grande. Y con los chicos fue también muy especial: cuando hice la última clase y les dije a mis alumnos ‘Esta fue la última clase que doy’, se pusieron todos a llorar. Ellos sabían que ya nos íbamos, pero además yo me adelanté dos meses porque me fui a México a preparar algunos asuntos, luego a Washington a estrenar una obra y les cayó como que todo estaba resultando muy rápido. Fue todo un drama. Pero son etapas. Consideramos que para todos es un aprendizaje y en última instancia va a ser positivo”, indica el artista. Por otra parte, vale recordar la fuerte conexión que lo une a la figura de la eminente maestra: él fue su elegido para hacerse cargo de la dirección del Ballet del Teatro Colón en 2008, cuando ella asumió la compleja tarea de ser la Directora de Danza del Primer Coliseo.

    Monterrey: un ballet al estilo estadounidense

    Amarante cuenta que su nueva casa, el Ballet de Monterrey, tiene una fuerte raíz privada y que, por tanto, está estructurada de un modo muy parecido a las compañías estadounidenses, aunque actualmente obtendrán también patrocinio estatal: “Ellos tienen un patronato y una administración dedicada a juntar los fondos. Recién ahora va a tener apoyo de los gobiernos del Estado Federal, además de contar con sus patrocinadores de siempre. Hasta ahora les ha ido bien y se han podido mantener. El año que viene la compañía cumple nada menos que 25 años gracias al apoyo de empresas y de familias que han aportado. Pero creo que es muy positivo que se haya firmado un convenio a partir del cual habrá aportes oficiales. De este modo, uno no tiene la necesidad urgente de conseguir sí o sí los fondos para mantenerse”, comenta el director.

    Actualmente el primer paso de su gestión fue un llamado a audición para bailarines y bailarinas para ocupar tres puestos en el cuerpo de baile. Se trata de una medida novedosa en el marco de este ballet, que se fue conformando paulatinamente por el propio interés de quienes quisieran ingresar: hacían una clase, eran observados por el director y en función de eso, pasaban a formar parte del colectivo. Relata: “No se había hecho nunca audición. Es bastante inaudito. Llega un bailarín, al director le parece bien y se contrata. En este momento empecé por esto, ya que pienso que así podré darles más oportunidades a quienes no van habitualmente a presentarse y empujar el nivel siempre para arriba. La compañía tiene ya excelentes bailarines, pero uno siempre busca estar mejor”.

    Asimismo, en lo que hace a su composición, llama la atención la gran cantidad de bailarines cubanos integrando la compañía: son siete, además de una de las maestras, María Elena Martínez, que hoy comparte este lugar con Analía Sosa. “Durante toda la vida de la compañía, al estar México tan cerca de Cuba, muchos han utilizado al Ballet de Monterrey como peldaño, trampolín para ir a otros lugares, como Estados Unidos. De todos modos, muchos cubanos se han quedado y hoy ocupan algunos de los puestos más importantes de la compañía, como bailarines principales y solistas”, comenta el coreógrafo.

    Explica que el ballet tiene como seña de distinción internacional una fuerte impronta latina, que él pretende continuar trabajando, además de profundizar la puesta de ballets completos, algo que la compañía realiza sólo hace algunos años, cuando empezó a contar con más cantidad de bailarines: “Tienen un amplio repertorio. Ya estamos también pensando en el aniversario del año que viene, en giras. La compañía ya me conoce más dentro del lenguaje contemporáneo, neoclásico, que es el que trabajo como coreógrafo, que vamos a continuar ampliando, pero obviamente continuará haciendo los grandes ballets de repertorio. Como coreógrafo voy a seguir montando, pero no va a ser una compañía de autor. Voy a colaborar con un par de obras al año y nada más, fundamentalmente en el programa contemporáneo que siempre realizan para la primavera, momento para el que comenzaré a llamar poco a poco a coreógrafos distintos. Y ahora estamos haciendo ‘Romeo y Julieta’, que vamos a estrenar en septiembre, en mi versión”, comenta el nuevo director. Para él es además muy importante el mantenimiento de un equilibrio en la curaduría de los montajes dado que resulta fundamental apuntar a un público amplio: “Es una compañía que debe estar enfocada a todo tipo de público. La programación y la estética tiene que estar dirigida a todos”, asegura.

    Finalmente, Amarante, coreógrafo reconocido y premiado internacionalmente, otrora bailarín en el Teatro Colón, maestro de grandes compañías en Argentina –como la Compañía Nacional de Danza Contemporánea – y su esposa, hasta estos días también maestra en la Compañía Danza por la Inclusión, de Iñaki Urlezaga, confiesan que uno de los mayores desafíos que enfrentan con esta mudanza no es tanto profesional, sino más bien personal y familiar: llevan a sus dos hijas pequeñas, quienes deberán adaptarse a un mundo nuevo. “La cultura es muy diferente. Está muy próximo a Estados Unidos, con lo cual se parece mucho más a una ciudad estadounidense que a una ciudad latinoamericana. Pero estamos seguros de que será positivo para todos y que constituirá un aprendizaje enorme”, asevera el artista.