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  1. Ballet Metropolitano de Buenos Aires: 10 años de pasión

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    Hay calidez en el ambiente. Y ellos son sus principales responsables. Se ríen entre ellos, se completan las respuestas, sólo entre sus miradas puede advertirse un compañerismo reconfortante. Son Leonardo Reale, Yanina Toneatto y Nina Zaera, flamante director y primeras bailarinas del Ballet Metropolitano de Buenos Aires (BMBA), una agrupación que hoy, luego de diez años de vida, ha sabido ser semillero de bailarines, hogar de otros y, gracias a todos ellos, se ha consolidado como una de las agrupaciones independientes dedicadas a la danza clásica con mayor éxito y prestigio de nuestra escena y que se ha acometido, con el tiempo, a pensarse en términos de posibilidades de difusión de la danza entre nuevos públicos.

    Y ellos, a quienes la felicidad de ser parte de esta compañía a la que definen como “un equipo”, saben bien por qué el BMBA es un gran lugar para estar: “Particularmente para mí es súper importante. Yo hace siete años que estoy trabajando acá, con Leo. Casi toda la vida del ballet. Vi crecer mucha gente y que entraron en otras compañías. Y me doy cuenta que si no hubieran pasado nunca por acá, no hubiesen adquirido cierta calidad y necesidad de encontrar otra cosa más allá de hacer bien las piruetas. Personalmente me pasó a mí en otros espacios de que no se le diera importancia a las búsquedas y el trabajo artístico. Sin embargo, aquí se trata de trabajar aquello que finalmente le queda al público, que es tu trabajo interno de los personajes. Y nuestro público, que muchas veces no sabe específicamente de ballet, se lleva lo que sintió más que lo que vio. Y es más que una pirueta. Va más allá de levantar las piernas. No es un circo la danza. Es que aquello que vieron se lo lleven en el alma. Una emoción que genere algo”, cuenta Yanina, dueña de una dulzura difícil de igualar.

    Yanina Toneatto y Franco Cadelago, en versión "Cascanueces". Foto: Alicia Sanguinetti.

    Yanina Toneatto y Franco Cadelago, en versión «Cascanueces». Foto: Alicia Sanguinetti.

    Producido a través de la Asociación Arte y Cultura, liderada por el productor Juan Lavanga, el BMBA no sólo ha recorrido nuestro país con sus presentaciones. Hoy están invitados y a pocos días de viajar al Festival Internacional de Cali, en Colombia, entre l 1° y el 8 de junio, junto a compañías como la italiana Imperfect Dancers Company –dirigida por Walter Matteini e Ina Broeckx-, Bohemia Ballet –del Conservatorio de la Ciudad de Praga-, el Ballet Nacional Dominicano –de República Dominicana-, la más que interesante compañía canadiense de Shay Kuebler –que indaga entre el hip hop y las artes marciales-, la compañía “Larreal” del Real Conservatorio Profesional de Danza “Mariemma”, de España y la Compañía de Danza Contemporánea de Cuba, además de los anfitriones, el Incolballet

    Sin embargo, no es la primera vez que figuran en marquesinas internacionales. En 2012 llegaron a los escenarios de una de las cunas del ballet: Rusia, con los bellos Julieta Paul, Elizabeth Antúnez, Miguel Klug y Martín Parrinello como bailarines invitados. Cuentan que fue una experiencia inolvidable, de la que no querían regresar. Un premio que resultó, en sus palabras, a ese trabajo focalizado en honrar el arte de la danza que llevan a cabo desde sus comienzos. Continúa Yanina: “Rusia es el epicentro del ballet, la técnica, las bailarinas perfectas. Todo un desafío. Y, sin embargo, el productor que vino a felicitarnos, dijo que le habíamos llamado la atención las chicas. Y técnicamente no habíamos hecho nada que superara a lo que ellos ya tienen, esa técnica pulcra y súper desarrollada. Pero se llevó lo que habíamos logrado transmitir, lo sanguíneo, que en ellos es distinto. Supimos trabajar y explotar eso que tenemos. La pasión es la misma, pero la materializamos de un modo completamente distinto. Las herramientas que tenemos, cómo funcionamos a nivel socio-cultural, todo eso nos condiciona. Y somos más sanguíneos y luchadores, porque todo cuesta un poco más acá. Entonces me parece que esta compañía trata de aprovechar esta lucha interna y de que la persona crezca más allá de lo técnico. Hasta el día de hoy la compañía evolucionó mucho y el hecho de estar en un festival internacional, que se nos reconozca, con mucho esfuerzo de todos, es súper valioso. Es un premio a cada uno de quienes integramos este ballet. Me parece una medallita”.  

    Nina, quien fue una de las flores en el jardín de alumnas de Olga Ferri, ha integrado el Ballet del Teatro Municipal de Santiago de Chile y el Aalto Ballet Theater en Alemania, es parte de la agrupación desde hace dos años, cuando llegó a instalarse de nuevo en Argentina. Para ella este regreso de la mano del BMBA fue encontrar un espacio en que todos hablaban el mismo idioma: “Siento que Rusia, Cali son premios a los 10 años que lleva trabajando esta compañía, que no porque sí llegaron a este lugar, sino por un esfuerzo, un trabajo continuo. Cuando me invitaron a bailar, sentí que había una mística en el grupo. A Leo lo conozco de antes, de cuando éramos chicos, pero hacía muchos años que no nos veíamos. Con Leo me pasa que es un apasionado de la danza y el trabajo, y yo me prendo con esa gente. A mí ahora, incluso luego de tantos años, me corre la pasión por las venas. Llegué y en seguida pude bailar con distintos partenaires –Leo, Fede Fernández, Emmanuel Vázquez, Ciro Mansilla-, compartir con Yani y otros bailarines que van y vienen, es un crecimiento. Hasta que cuelgue las puntas, voy a buscar ese crecimiento y acá encontré eso. Creo que la gira a Rusia fue una de las que más disfruté en mi vida. Hubo mucha química entre el grupo. Todos muy conectados. Estábamos 100% ahí”.

    Afiche de la participación del BMBA en Rusia. En la foto, Julieta Paul. Foto: Gentileza Juan Lavanga.

    Afiche de la participación del BMBA en Rusia. En la foto, Julieta Paul. Foto: Gentileza Juan Lavanga.

    Y Leo, frente a estos comentarios que dan acabada idea de una compañía donde los bailarines crecen y hacen lo suyo con apoyo y pasión, no se queda atrás. Flamante director, él es una persona energética y carismática, que parece tener la sonrisa pintada. Y esto, creemos, es contagioso: “Creo que la búsqueda más importante de mi lado, más allá de que la compañía tenga nuevos integrantes cada año, yo trato de conservar la unidad del grupo. A partir de ahí se puede comenzar el trabajo. Todo lo demás se puede salvar y trabajar, pero la unidad sin duda se ve en el escenario y es lo que yo priorizo como director y trato de que los chicos se aproximen a eso”, cuenta. Explica que el trabajo del ballet es permanente, dado que tienen varias producciones al unísono: Y llegar a este festival en Cali es muy importante para el BMBA, como para mí personalmente, ya que es una vidriera internacional, así que estamos con muchas expectativas y trabajando fuerte. Al mismo tiempo, estamos con Cascanueces y la Princesas Encantadas por cuarto año consecutivo, espectáculo que permite tener a la compañía completamente entrenada, simultáneamente con la preparación de la gira”.

    El repertorio para Cali

    Si algo tiene esta agrupación, es versatilidad en su repertorio. Desde un neoclásico con aires folclóricos, tango en estilo contemporáneo, con coreografías exclusivas, a variaciones del más estricto estilo Petipa, pueden abarcar diversidad de obras. Y eso, justamente, es lo que mostrarán en Cali. “Está pensado un programa de raíz argentina, que nos represente bien. Llevamos “Pampa Universal”, que tiene un aire folclórico; “A Buenos Aires”, de Gustavo Mollajoli, con música de Piazzolla, y obras también como “Bastones dorados”, que es como el sello del BMBA y se hace desde hace mucho años; “Tierra y luna”, de María Rovira, que también es una obra que dejó ella para el BMBA, uno de los pocos ballets que tiene esta obra. Me parece importante que estamos llevando a Colombia dos compositores argentinos. Uno es Walter Oliverio, que es quien hizo la música de “Pampa Universal”, y Marcos “Pochi” Fernández, que va a hacer la música del dúo que está creando Margarita Fernández, llamado ‘Un instante, dos caminos’. También se presentará “La muerte del cisne”, a cargo de Nina Zaera”, comenta Leo.

    "Bastones dorados". Foto: Gentileza Leo Reale.

    «Bastones dorados». Foto: Gentileza Leo Reale.


    "Pañuelos al viento", una pujante obra de Leo Reale. Foto: Luis Steinberg.

    «Pañuelos al viento», una pujante obra de Leo Reale. Foto: Luis Steinberg.


    "Pampa universal", con coreografía de Leo Reale y música original de Walter Oliverio, aquí en el festejo por el Día Internacional de la Danza del CAD. Foto: Antonio Fresco.

    «Pampa universal», con coreografía de Leo Reale y música original de Walter Oliverio, aquí en el festejo por el Día Internacional de la Danza del CAD. Foto: Antonio Fresco.

    Nina cuenta que para ella es una pieza muy especial: “Estoy nerviosa y contenta, porque nunca la hice. A la vez es una obra que siempre quise bailar. Es un homenaje que Juan [Lavanga] quiere hacerle a Olga Ferri. Imagináte lo que siento: ella es como mi mamá artística. La tengo presente siempre y es algo intenso para mí”.

    Nina Zaera junto a Cecilia Mengelle, ensayando "La muerte del cisne". Foto: Leo Reale.

    Nina Zaera junto a Cecilia Mengelle, ensayando «La muerte del cisne». Foto: Leo Reale.

    Primeras bailarinas

    En una compañía que se destaca por la juventud de sus integrantes, que todos los años se renuevan a partir de audiciones, el rol de Yanina y Nina como Primeras Bailarinas excede al de “bailar”. Además, para las funciones que ofrecen al público infantil, son niños que integran el elenco. Ellas saben que son “el ejemplo a seguir” por estos incipientes artistas y no evaden la responsabilidad que esto conlleva. “Me siento un poco ‘maternal’ en cierto sentido. Entiendo que mi lugar también es darles la confianza en sí mismos, constantemente intentar ayudarlos y brindar todo lo que yo fui cosechando en mi carrera, sino es muy egoísta quedárselo uno. Te encontrás con chicos que están resolviendo una obra por primera vez. Les voy aconsejando, sugiriendo, porque puedo ver cómo ayudarlos, por mi experiencia, el hecho de haber trabajado con mucha gente, de haber estado en el Ballet de Julio [Bocca], en el Ballet de Maxi [Guerra]. Me pasó mucho con Ciro [Mansilla], quien aprendió muchos dúos conmigo para bailarlos luego con otras bailarinas, y no me importó no haber bailado. Me importó que él, con la Primera Bailarina invitada, pudo desenvolverse perfectamente. Eso para mí fue hasta más importante que haber bailado. Sigo disfrutando del escenario, pero estoy constantemente mirando alrededor. No me voy de la misma manera si a los chicos les fue mal, aunque a mí me haya ido bien. Por eso me planteo este ‘sentirme responsable’. Más allá de que está Leo y él tiene su gran parte, yo estoy en muchos casos a cargo de los chicos cuando él está viajando o preparando gente para la gira. Mi trabajo de escenario es uno y después está el estar mirando a los chicos, ver si van bien, esperarlos. Una vez que adquirís eso, no lo podés hacer más a un lado, de decir, ahora me dedico a bailar y nada más”.

    Y para Nina, es crucial darse cuenta de que ellos, en el día a día, también aprenden de la observación de aquellos que tienen como referentes: “Con Yani compartimos mucho una visión sobre la danza, la disciplina, la vocación, la pasión. Cuando era cuerpo de baile y luego haciendo mis primeros roles de solistas, recuerdo cómo yo miraba a las primeras bailarinas y primeros. Yo veía mucho cómo se comportaban y eran un ejemplo para mí. Ahora estando en otra posición, es importante ser un ejemplo para los más jóvenes de disciplina, alegría por el trabajo, mostrar que nunca falto a clase, que aunque te duela algo, marcás y estás presente. Me parece que es re importante para los que vienen atrás. Este es un camino que se hace paso a paso”.

    ***

    Así de consciente es también el trabajo que llevan adelante en el marco del ciclo “Vamos al Ballet”, organizado por Ciudad Cultural Konex, para el que este año presentan “Cascanueces y el Rey de los Ratones y las Princesas Encantadas”, y uno de cuyos objetivos fundamentales es dar pasos en el camino a la difusión de la danza entre nuevos públicos. “El trabajo con los niños del estudio [Arte y Cultura] hace también que ese movimiento cultural sea aceptado muy rápidamente por el público infantil. Y es muy importante que el ballet tenga una base en los niños, algo que va a impactar en su formación y en su futuro. Por otra parte, es un hilo muy finito trabajar con chicos y para chicos. Te sacan la ficha muy rápido. Si uno no se creyó el personaje, ellos no se lo van a creer. Tenés que tener la energía allá arriba todo el tiempo. Por eso cuando una bailarina está haciendo un pasaje coreográfico y se equivoca, tenés que seguir como si nada. Acá los chicos no te perdonan. Ven magia. No entienden el margen de error que un adulto puede considerar”, aclara Leo Reale. Justamente por eso la palabra “difusión” suena hasta muy dura en relación a lo que finalmente logran, que es inspirar a los niños: “Capaz que uno, dos, tres van a empezar a estudiar danza porque me vieron bailar. Imagináte el compromiso y lo lindo que es. Bailé y desperté en alguien una pasión. A mí me pasó: quise bailar porque lo vi antes”, afirma Nina.

    Pero no se trata sólo de los niños. Los adultos, que creen que llevan a sus chicos a ver “un espectáculo infantil más”, se quedan prendados del arte en escena. “Sucede que la abuela, la tía, la mamá que los lleva por divertirlos también se encuentran quizás con el ballet por primera vez en su vida. De otro modo no se hubieran acercado, por prejuicios como que el ballet es aburrido, para cierto target, para entendidos. La gente se queda agradecida, motivada”, cuenta Yanina.

    ***

    Son 10 años

    Y 10 años de historia en la danza en Argentina es haber recorrido un trecho, que no se logra sin trabajo, esfuerzo, tesón y alguien que apoye este arte contra todo obstáculo. “A mí la compañía me dio mi evolución como director. Nunca me hubiera imaginado hace diez años manejando la compañía y que hayan pasado infinidad de bailarines: Larisa Hominal, Lucas Erni, Aldana Persivatti, Julieta Paul, Elizabeth Antunez, Antenucci, Franco Cadelago, Fede Fernández, Ciro Mansilla, Genoveva Surú, Karina Olmedo, Edgardo Trabalón, Alejandro Parente, Miriam Cohelo, Vagram Ambartsoumian, Emmanuel Vázquez, Sergio Neglia, Cecilia Figaredo sólo por nombrar algunos y me quedo corto. Además, como coreógrafo pude desarrollarme muchísimo porque acá tuve la oportunidad, un lugar que me dio las posibilidades físicas, de espacio, para llevar adelante mis ideas. Creo que hace que el hecho de que la compañía pueda subsistir a lo largo del tiempo es por Juan [Lavanga], otro apasionado de la danza. Quedan muy pocos que sigan este camino. El permite tener el estudio para trabajar, crear, ensayar, que vengan nuevos elencos. Son muchas horas de trabajo, de montaje, de limpieza que lleva montar las obras, mantener una compañía. Es mucho trabajo y mucho material y es gracias a que hay una persona que está interesada en eso, que todo sale y se mantiene. Es muy importante para nosotros, porque es muy difícil hacerlo sino”, concluye Leo.

    ¡Por otros 10 más!

    Nuevas fechas para Cascanueces

    25 de mayo, 1, 15 y 22 de junio, a las 15, en Ciudad Cultural Konex (Sarmiento 3131, CABA)

    Entradas por Ticketek

  2. Marisa Ferri: La danza en clave de sonrisas

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    Marisa Ferri lleva un apellido ilustre, si los hay. Es nada menos que la sobrina de una de las bailarinas clásicas más aplaudidas y admiradas que ha dado nuestro país: Olga Ferri. No sólo gran bailarina, sino que supo ser de igual modo una excelsa maestra, cultora del detalle, la elegancia, la disciplina y la excelencia en sus alumnas y alumnos.

    Y Marisa, quien también fue su alumna desde los 8 años, a lo largo del tiempo supo retomar esta tradición y crear una impronta personal. Ella tiene una trayectoria con peso propio de muchos años de estudio y trabajo en el mundo de la danza: estudió en el Instituto Superior de Arte del Teatro Colón y fue alumna del Maestro Héctor Zaraspe. Realizó un viaje de estudios de perfeccionamiento a Rusia, junto a Olga y Enrique Lommi, en enero de 1987 junto a una comitiva de alumnas: tomaron clases en la Escuela de Ballet del Teatro de Minsk, con Clara Nikolaievna como maestra. Marisa también se especializó luego en composición y coreografía en la Escuela de Margarita Bali. Se dedicó a la investigación en danza contemporánea, de la mano de los maestros Freddy Romero y Ana María Stekelman, así como también tomó cursos junto a la compañía de Alvin Ailey. Ya a los 17 años comenzó a dictar clases de iniciación a la danza clásica, lo cual le permitió desarrollar una serie de técnicas pedagógicas que hoy continúan siendo aplicadas por otras docentes para niños de entre 3 y 4 años. Fue, asimismo, asistente de Olga Ferri durante sus clases, honor particular que sólo lograban algunas alumnas que hubieran sido especialmente consideradas por ella. De tal modo, también, es que, con esfuerzo y dedicación, ganó su exigente confianza para que a partir del año 2000 le otorgara nada menos que la dirección de su “Taj Mahal”, como solía llamar a su querido espacio de enseñanza, convertido, a lo largo de 40 años, en una de las mecas de la danza clásica en nuestro país.

    Marisa en acción, en plena preparación de la primera muestra anual del Ballet Estudio. Foto: Carlos César | Gentileza Marisa Ferri.

    Marisa en acción, en plena preparación de la primera muestra anual del Ballet Estudio. Foto: Carlos César | Gentileza Marisa Ferri.

    Con su estilo fresco y risueño, Marisa continuó con una tarea que ya lleva más de diez años en sus manos: el estudio hoy abre sus puertas a múltiples instituciones nacionales e internacionales, ofrece clases de los más diversos estilos y brinda, ante todo, un lugar en que la danza no sólo se vive desde la excelencia y la disciplina, sino también desde el placer y la diversión.

    Sólo en 2013, el estudio fue sede de la venida de la Opera de París, con su étoile Ludmila Pagliero a la cabeza, de los ensayos de la Gala de Ballet, de Grupo ARS, los seminarios de los integrantes de Alvin Ailey, las audiciones para el nuevo Ballet Nacional dirigido por Iñaki Urlezaga, los cursos de verano de jazz de Gustavo Zajac, la preparación en repertorio de alumnos especiales por parte del Maestro Héctor Zaraspe, las clases para el ingreso al IUNA de Leticia Miramontes. También es espacio de estudio para los chicos del Instituto Superior de Arte del Teatro Colón: “Ellos son una corriente de energía, ganas, pasiones y trabajo que nos motiva y nos inspira. Nos hace creer que se puede”, asegura Marisa.

    En 2013 se realizó la primera muestra anual en el Estudio, dirigida por Marisa Ferri. Sembró alegrías al por mayor. Foto: Yanina Fernández.

    En 2013 se realizó la primera muestra anual en el Estudio, dirigida por Marisa Ferri. Sembró alegrías al por mayor. Foto: Yanina Fernández.

    “Fue un año muy intenso y de gran responsabilidad, con una gran enseñanza de que aún en medio del dolor se puede avanzar y seguir juntos. La partida de Olga, mi maestra, mi ‘madre’, mi amiga y compañera fue un trago muy amargo e inesperado, pero, como ella siempre me dio el ejemplo, seguí adelante trabajando, que es el mejor antídoto para el dolor”, dice Marisa, aún conmovida por el adiós a Olga, para quien este año organizó un homenaje junto a sus alumnas, al que asistieron sendas personalidades, entre ellas, la propia Paloma Herrera. Continúa: “En 2013 pude concretar metas y sueños, uniendo y trabajando para lograr que el estudio siguiera adelante. Desarrollamos cursos intensivos, recibimos maestros del exterior, bailarines internacionales, se filmaron producciones tanto de cine como vídeos comerciales, eventos con maestros de gran convocatoria. Tuve el enorme placer de volver a encontrarme con el Maestro Zaraspe, quien fue el padrino del estudio, y pudimos volver a darnos un abrazo querido y siempre ejemplar. Recibimos a Paloma Herrera, Ludmila Pagliero junto a la Opera de París, Carolina Agüero y Darío Franconi, del Ballet de Hamburgo. En fin, todos los días fueron un sin fin de oportunidades y encuentros. No obstante, importante fue para mí volver a ver a mi Maestro Enrique Lommi subir las escaleras para poder asistir al homenaje que hicimos a Olga, y mostrar la obra de Antonio Pujía [N. de la R.: una representación del rostro de Olga tallada por el artista]. Fue sin lugar a dudas un desafío importante y maravilloso; eso unió y nos reencontró a muchos que hacía tiempo no nos veíamos. Para mí ese momento fue y será inolvidable”.

    Los integrantes de la Opera de París, en el Estudio, donde su estrella, Ludmila Pagliero (última a la izquierda) se formó junto a Olga Ferri. Foto: REVOL.

    Los integrantes de la Opera de París, en el Estudio, donde su estrella, Ludmila Pagliero (última a la izquierda) se formó junto a Olga Ferri. Foto: REVOL.

    Nos cuenta que este año para ella fue relevante en términos de la vinculación con la herencia familiar que representa la danza, aquella que a través de su labor diaria ella hace propia y se anima a resignificar. Una herencia que, en su definición, busca incluir y no relegar, ya que bailar es, ante todo, concebido como momento de placer y conexión: “La herencia es el conocimiento, la leyes sagradas, los gestos, la conducta, la palabra, la verdad y la honestidad, cuidar el cuerpo sobre todas las cosas, cuidar a los niños. Es poder decir que, si bien no todos pueden ser bailarines, todos pueden bailar. La danza ayuda a perder inhibiciones, corrige malas posturas, estiliza el cuerpo, ayuda a la mente y al espíritu”.

    El estudio que hoy Marisa dirige fue el "Taj Mahal" de Olga Ferri. Allí no sólo se formaron estrellas de índole mundial, sino que además van cientos de alumnas a aprender y divertirse. "La danza es sanadora", dice Marisa. Foto: Yanina Fernández.

    El estudio que hoy Marisa dirige fue el «Taj Mahal» de Olga Ferri. Allí no sólo se formaron estrellas de índole mundial, sino que además van cientos de alumnas a aprender y divertirse. «La danza es sanadora», dice Marisa. Foto: Yanina Fernández.

    Si algo moviliza de ella, es su calidez, su franqueza y una enorme sonrisa que no deja mucho más espacio que para el optimismo. Elogia a sus alumnas con amor, para ella todas son bellas y trata de que cada una, en su individualidad, logre sus objetivos. Hoy es docente de danza clásica para nivel intermedio y avanzado, y, desde este lugar, es guía tanto de aquellas que quieren complementar sus clases de jazz o contemporáneo con ballet, de quienes retomaron la danza luego de años –para ellas es especialmente emocionante volver dada la intensidad de la identidad humana y artística de sus docentes-, también de quienes buscan en la danza una gimnasia profunda y creativa. Asimismo potencia a aquellas que tienen la fuerte convicción de ser bailarinas de ballet: tal el reciente caso de Lara Cambursano Alascio, quien fue aceptada en el Summer Intensive Course 2013 del American Ballet Theatre gracias a un trabajo junto a Marisa, quien la ayudó a preparar el video que le permitió acceder. “Cuando en enero del año pasado me acerqué para pedirle ayuda con el video, ella me abrió las puertas del estudio y se abocó plenamente para lograr un trabajo serio, profesional y artístico. Fue un placer encontrar en ella esa pasión por el arte hasta en el último detalle. Trabajamos durante todas las tardes de enero y me invitó a tomar clases con ella y otras maestras del estudio de las que también recibí todo el cariño”, cuenta Lara. En octubre de 2013, ella fue una de las elegidas en la preselección del Youth America Grand Prix para realizar otro curso de verano en una escuela estadounidense, para cuyo ingreso también prepararon juntas el video, basado en una variación con la que concursó en Danzamérica en la categoría libre, con la que recibió medalla de plata. La coreografía fue creada por Olga Aidarkina, maestra de preparación física del estudio.

    “Continuamos trabajando y abrimos las puertas a la danza y a la excelencia", augura Marisa para 2014. Foto: Yanina Fernández.

    “Continuamos trabajando y abrimos las puertas a la danza y a la excelencia», augura Marisa para 2014. Foto: Yanina Fernández.

    Luego de un cierre agitado y movilizante, 2014 aguarda con “sorpresas”, según nos anticipa Marisa: “Continuamos trabajando y abrimos las puertas a la danza y a la excelencia. Con el mismo amor y respeto que nuestros maestros Olga Ferri y Enrique Lommi nos enseñaron, mantenemos la tradición y el prestigio académico. Nos actualizamos y vamos por más. Y yo estoy muy agradecida a todos los maestros, asistentes, padres y alumnos por confiar y seguir cuidando esta gran casa que para muchos es como su segundo hogar. Estoy segura que lo que viene es mejor, pero es sorpresa”, concluye Marisa, con la pasión y la sonrisa amplia que la caracterizan.

    Foto en tapa: Carlos César

  3. Cursos #Verano14: Intensivos en Danza Clásica (y algo más) | Pa

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    Continuamos nuestra entrega de elegidos. Ya acercándonos a la segunda mitad de enero y para febrero, les recomendamos fijarse:

    **En el mítico estudio de danza de Olga Ferri y Enrique Lommi, donde se han formado desde Paloma Herrera hasta Ludmila Pagliero, se respira disciplina y excelencia. Se darán clases de danza clásica y puntas a cargo de Gisela Munch y Marisa Ferri, danza contemporánea por Paula Fontán, y preparación de ingreso al IUNA con Leticia Miramontes. Para conocer los horarios de verano, aquíEl Tip: También brindará su habitual seminario de febrero Gustavo Zajac, quien ofrece 8 becas de estudio en Point Park University, en Estados Unidos. Las clases son en dos horarios diferentes: De martes a viernes de 11 a 13 o martes y jueves de 20.30 a 22.30.

    En Marcelo T. de Alvear 1435 |  4811-6298 | Facebook | info@balletestudio.com.ar.

    **En la Asociación Arte y Cultura del 10 al 22 de febrero se realizará un workshop de verano con el Mtro. Sergio Neglia y se otorgarán 5 becas de estudio a EEUU junto a él en el Summer Intensive Course del Neglia Ballet en Buffalo (NY). También participarán del seminario las Maestras Rina Valver y Sara Rzeszotko, que dictarán técnica de puntas y repertorio. La Prof. Alicia Muñoz ofrecerá también 4 Jornadas de Actualización Pedagógica. Para mayor información, vía Facebook.

    En Guardia Vieja 3783 (CABA) | 4866-2671.

    **En Arte XXI, comienzan los cursos en el mes de febrero, con grandes maestros al frente de las clases: Katty Gallo, Andrea Candela, Sonia von Potobsky en danza clásica. También se ofrecerán clases de danza contemporánea (orientación Mueller, Graham y técnicas mixtas), español y Escuela Bolera. La grilla, aquí.

    En Sánchez de Bustamante 158 (CABA) | 4861-1589 | data@artexxidanza.com.ar | Facebook

    **El estudio Gurquel-Lederer dictará del 17 al 22 de febrero del 2014 un seminario sobre estiramiento, elongación y su aplicación en la danza clásica con clases prácticas y teóricas, con los propios Alfredo Gurquel y Juana Lederer, en el cual se otorgarán certificados de asistencia. Se dictarán también clases de tango: los lunes a las 20:30 será dictado por Marcelo Odera y Carol Del Castillo y los sábados de 16:30 a 18:30 dictado por Gaston Olguin.

    En Pasteur 170 (CABA) | Tel/Fax: (+54-11) 4951-9189 | Más información, aquí.

    **En el estudio de Margarita Fernández se ofrecen diversos horarios para clases de clásico con Lorena Merlino, jazz y contemporáneo con Margarita Fernández y Soledad Bayona, y elongación con Olga Aidarkina. Más info aquí.

    En Tucumán 810 Piso 1 (CABA) | (11) 4328-9317 margafer@datamarkets.com.ar | Facebook.

  4. Enrique Lommi: Crónicas de un artista

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    Enrique Lommi es uno de los bailarines argentinos más brillantes de nuestro país. Marido de la maravillosa Olga Ferri, ambos fueron parte de la generación de oro que transformó el Ballet Estable del Teatro Colón a fines de los años ’40. Fue Primer Bailarín de dicho coliseo, director del cuerpo de baile y maestro junto a Olga en su estudio, uno como pocos, de clases rápidas, profundas e histriónicas. Fue un intérprete excelso, que transformaba la danza en una herramienta para hacerse de los personajes que encarnaba con una solvencia y ductilidad que siempre maravilló hasta a los críticos más exigentes: “Yo no necesitaba ser el Primer Bailarín para destacarme en muchas cosas. Por ejemplo, en Hamlet yo hacía el rey. En Otello, Yago. Siempre me dieron crédito los críticos por mi trabajo de interpretación. En mi casa yo ponía la música de la ópera Otello, de Verdi, y hacía los gestos como si estuviera cantando. Cuando bailaba, no tenía que cantar, pero interpretaba del mismo modo”, contó a REVOL.

    La danza llegó a él casi por una casualidad. Es apasionante escuchar cómo, casi sin querer, ella se fue adueñando del artista que, sin duda, llevaba adentro. Con una historia llena de giros inesperados –hijo de inmigrantes italianos de principios del siglo XX, fue capataz en una fábrica durante su adolescencia-, este bailarín fue tomado por sorpresa –quizás por necesidad- por esta disciplina.

    El pasado 1° de julio cumplió nada menos que 91 años. Con una sonrisa simpática y la mirada pícara, sus relatos, plenos de humor y detalles, fueron convocando un escenario lleno de personajes – los de su extensa vida-. En fin. Un artista enorme. Aquí nuestra entrevista homenaje:

    R: ¿Qué lo motivó a ser bailarín?

    E: Mirá que es largo…

    R: No importa, Maestro…

    E: Creo que es interesante porque la vida misma me llevó a ser bailarín. Mi salud, mis necesidades. Yo vengo de un padre al que le gustaba mucho la lírica, el canto y que nació en un pueblo de Italia, de la provincia de Piacenza: Fiorenzuola d’Arda. Cerca de esa estación había otro pueblito, que se llama Roncole, donde nació Giuseppe Verdi. Así fue que mi papá se hizo hincha de Verdi. Verdi llegaba con su carroza de cuatro caballos de Roncole a Fiorenzuola d’Arda y mi papá me decía que él lo corría, entonces Verdi le daba la valija y él así lo acompañaba hasta la estación de tren. Le daba un beso, lo acariciaba y mi papá se iba contento corriendo para su casa. Así él se entusiasmó y empezó a estudiar canto. Sus padres lo mandaron a Milán. Pero lo tuvieron que operar tres veces y no podía cantar mucho. Siguió estudiando primario y secundario, se recibió de licenciado en materias alimenticias a los 21, 22 años. Y cuando se recibió, de la Argentina le ofrecieron un trabajo. Fue nombrado capataz del frigorífico La Blanca, que era inglés. Acá se instaló mi papá, entonces, y tuvo su familia. Cuando yo tenía trece años, lo escuchaba cantar a papá, aunque después se enfermaba siempre. Terminé el primario y para esa época, él tenía pensado mandarme a una secundaria, pero no había plata. En eso, se instaló en Florida la empresa «La Hidrófila Argentina». Estaban tomando gente y muchos italianos. Toda la maquinaria venía de Milán, donde mi papá había estudiado. Se conectó con un hombre de esos pagos, y le ofreció que yo comenzara a trabajar ahí; le dijeron que me iban a tratar bien, que aprendería un oficio. Me pusieron de asistente de un italiano milanés de mameluco amarillo. Me hablaban en italiano, yo no entendía nada, pero yo les decía que sí (risas). La cuestión es que igualmente aprendí rápido. Tal es así que entre siete y ocho meses después, hablaba como italiano. Hasta que llegué a los dieciséis años. Este hombre, ya gerente de la empresa, un día me manda a llamar. Me siento y empieza con su perorata en italiano, diciendo que en Argentina no se podía montar una industria porque nadie sabía trabajar. En Italia, el estudio de los oficios era muy importante y aquí no existía eso todavía. El caso es que él quería que yo fuera capataz de una sección de la fábrica. Yo hacía poco más de tres años que estaba trabajando. La única advertencia que me hizo fue que fuera cuidadoso con las chicas (risas), porque había muchas ahí. Tenía veintisiete chicas a cargo y tenían que andar bien conmigo, porque si se les paraba la máquina, no ganaban un centavo. Yo les ayudaba a arreglar todo, tenía mano para todo. En un año y medio había ayudado a montar 120 telares, por eso tenía experiencia. Era una sección que caminaba muy bien, todos ganaban bien, estaban contentos. Seguí trabajando bien, pero en un momento empezó a agarrarme asma. En seguida tuve que hacerme estudios de todo tipo durante un año. Yo ya tenía diecisiete. El médico me dijo que estaba muy sano, pero que me había dado alergia. Le pregunté cuál era la solución a mi problema y me dijo que piense en salir de la fábrica. Cuando llegué a casa y le dije a mi papá, estaba triste, porque había logrado una buena posición. Aunque es cierto que trabajaba trece horas por día.

    R: ¿Y la danza cómo llegó?

    E: Resulta entonces que yo tenía un hermano que trabajaba en el Teatro del Pueblo. Yo iba siempre, me gustaba mucho. Mi hermano Emilio, preocupado por mi salud, le comentó mi situación al director, Leónidas Barletta. Este teatro gracias a él se convirtió en un centro de cultura muy grande. A mí me gustaba mucho el teatro polémico: se daban obras inéditas, con el escritor en la platea, y luego se discutía. Yo vi a Roberto Arlt, a Julio Cortázar, muchos escritores que venían. Se peleaban, gritaban y a mí me encantaba. Cuestión que Barletta me dijo un día: ‘Yo te voy a dar un consejo, hacé lo que quieras, a lo mejor te puede ir muy bien: estudiá baile’. Mi hermano me presentó así a un maestro, que fue uno de los primeros aquí en Buenos Aires: José de Cherpino. Él hacía los festivales de su estudio en el Teatro del Pueblo, así que me lo presentaron. El Maestro Cherpino me miró un poco y dijo: ‘Tengo que probarlo’. Me hizo saltar, me dijo que hiciera un changement de pie. Yo naturalmente saltaba muy alto. Después me pidió que realizara un jeté. Yo me tiraba nomás, no sabía hacerlo (risas). La cuestión es que el Maestro me dijo que fuera todos los días, a todas las clases, ya que tenía muchas condiciones. Y un día me presenté al Colón; pero al mismo tiempo que me presenté, yo seguía trabajando en la fábrica, porque no podía dejar eso si no tenía otra cosa. La [Margarita] Balman, cuando me vio, me echó en seguida (risas): ‘Yo quiero un ballerino’, decía. Me fui. Estaba todo el cuerpo de baile mirándome, una vergüenza. Volví a los seis, siete meses, de nuevo a probarme. Leónidas Barletta era amigo del director del Colón y le avisó que yo iba a ir de nuevo a probarme. No había varones, tampoco. Estaban desesperados.  De nuevo, la Balman gritaba, mientras se agarraba la cabeza, a una señora que tenía al lado: ‘Ma non, io vuolo un ballerino´. Pero ví que la señora se acercó a ella y yo escuché que le dijo: ‘No baila, pero va a bailar’. Esa mujer era la famosa Esmeé Bulnes, quien fue la maestra de Olga [Ferri].

    R: Allí fueron los comienzos en el Teatro Colón: ¿cómo siguió su carrera a partir de entonces?

    E: Entré al Teatro y a los 20 días estaba en el escenario en Chile. Yo era nuevo, no conocía a nadie y me peleé con los bailarines. Había algunos de esos que te cargan. El primer ballet como primera figura que bailé fue en el año ’44. Se llamaba ‘Cuentos de Abril’. Yo tenía el rol del Infante de Castilla. Me gustaba mucho el traje: tenía una capa de piel que me encantaba. Fue también el primer ballet que vi: cuando me propusieron ser bailarín de ballet, me fui al Colón a ver el espectáculo, porque yo no había visto nunca (risas). Lo estaba haciendo Michael Borovsky, que me encantó.

    R: ¿Cómo recuerda sus años en el Colón?  

    E: En el año ’44 me dieron este rol. Antes había hecho uno de solista, en reemplazo de Ángel Eleta. Viene la Bulnes y me dice: ‘Lommi, venga, no va a venir Eleta, ¿usted se sabe el rol?’. Y yo le digo: ‘Y bueno… si usted me da cinco minutos…’ (risas). Yo no estaba ni cambiado. Sabés que vinieron de la platea a preguntar quién era yo, porque les habían impactado mis saltos. Ahí empecé a tomar un lugar más preponderante. La Bulnes me dio a hacer el Infante de Asturias.

    En el ’47, vino otra historia. A fines del año ’45 Evita Perón fue a Europa. Fue a España, a Francia y en París la invitaron a una función de ballet en la Opera Garnier y se quedó enloquecida. Cuando vino acá, le había quedado eso en la cabeza. Invitó a que viniera a Argentina la hermana de Franco. Ella vino con una comitiva de mujeres de alta alcurnia y Evita pidió al Secretario de Cultura de la Capital que las invitara a una función de ballet en el Colón. Ella, pensando que el Ballet de Colón era el Ballet de la Opera de París (risas). La cuestión es que estas mujeres de la comitiva, que eran bastante chusmas, se comentaban entre ellas que cómo el Ballet del Colón podía tener un cuerpo con mujeres de 60 años. En esa época eran muy mayores. Todo esto llegó a oídos de Evita y ahí agarró el teléfono para hablar con la gente de Cultura de la ciudad. Tres, cuatro meses después hubo llamado a concurso y a quienes estaban, los jubilaron de oficio. Así pusieron 50 personas estables. En ese momento –año ’47- fue que entró Olga [Ferri], Esmeralda [Agoglia], Adela Adamova y Alba Arnova, Víctor Moreno y yo. Entraron también Neglia y Truyol. No dieron ningún cargo de Primer Bailarín por concurso. Dos años más tarde, hubo concurso y lo gano yo, con Moreno. Luego él se fue y era el único yo. Pero nos daban el cargo sólo por dos años. Luego teníamos que concursar nuevamente. Olga, Esmeralda y yo revalidamos nuestro puesto ocho veces. Hasta que nos vinimos grandes.

    R: Maestro, usted también fue Director del Ballet Estable del Teatro Colón…

    E: Después, cuando se fue María Ruanova, me llamaron. Me instaron a ponerme al frente del cuerpo de baile. Yo no quería, a menos que fuera con otras personas, porque era mucha responsabilidad. Así, los invité a Truyol y a Olga para que dirigieran conmigo el cuerpo de baile del Teatro. Estuvimos un año y medio. Olga fue luego, mucho después, directora de todo lo que era ballet en el Teatro. Pero siempre nos dedicamos a nuestro estudio.

    Su querida Olga se hace presente a cada paso en la conversación. Su recuerdo –teñido de admiración- brilla con un profundo amor en Enrique; se entrelaza instante a instante su vida artística y personal. Y nos cuenta anécdotas de sus batallas conjuntas, aquellas que siempre subyacen a quienes finalmente logran consagrarse a niveles tan imponentes: “Fue mucho sacrificio para nosotros. Cuando con Olga nos quisimos ir a Europa, era porque no ganábamos aquí lo suficiente. Estuvimos cuatro meses en París. Después nos fuimos a Alemania, y trabajamos con el Berliner Ballett; hicimos una gira por treinta y cinco ciudades, muy exitosa. Ahí fue que se enfermaron dos intérpretes y tuvieron que agregar algo al programa. Olga le dijo a Tatjana Gsovsky, la directora del ballet: ‘Yo puedo hacer ‘La muerte del cisne’, que me dicen que la hago bien’. Y tuvo más éxito que todo el programa. Gsovsky estaba furiosa, la felicitaba pero casi lloraba. Fuimos a la ciudad de Mannheim y bailó divinamente. Luego volvimos al programa original, pero tres o cuatro funciones bailó esa pieza. En esa ciudad un crítico alemán, famoso y viejito, escribió algo más o menos así: ‘Yo nunca estuve de acuerdo con que ninguna bailarina volviera a bailar ‘La muerte del cisne’ después de Pavlova, pero luego de la interpretación de esta bailarina, acepto que me equivoqué’.

    El Maestro Lommi interpreta cada pasaje de su vida con una gracia contagiosa. Están ahí el bailarín, el actor, el pedagogo, el director, el amante del arte y, sobre todo, el adolescente que salvó su vida aprendiendo a bailar.

    (*) Deseamos agradecer especialmente a Marisa Ferri por su enorme colaboración en la realización de esta emotiva entrevista con su tío, el gran bailarín Enrique Lommi.

  5. Paloma Herrera: «La danza es mi lugar en el mundo»

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    Por María José Lavandera

    Me senté frente al teléfono y miré con los ojos fijos, sin pestañear, el número larguísimo para marcar a Nueva York. Es que esta vez me tocaba una de las misiones más importantes en mi carrera como periodista: la entrevista a una de las máximas estrellas argentinas de la danza en el mundo. Paloma Herrera. Así, con los dedos un poco temblorosos, marqué cada botón. Lo siguiente, una conversación en la que me olvidé que Paloma era Paloma. Me lo recordaba por momentos adrede para no perder el cauce de la nota, pero su dulzura y calidez le ganaban a cada minuto la pulseada a la admiración profunda con que me había aproximado a la conversación.

    Y así, entre risas y comentarios, sus empeines perfectos dejaron de impresionarme tanto como antes. Ahora me impresiona ella, su simpatía, su sencillez, su no-se-qué filtrado en cada expresión. Y así, resulta que ella es una chica que se siente lo suficientemente afortunada como para hacer lo que ama y considerar que, por momentos, es todo una locura. Y comprendí de qué está hecha su magia: de un interior apasionado y abierto, de un profundo agradecimiento al universo que la destinó bailarina.

    Vale contar que en la próxima Temporada 2013  del American Ballet Theater (ABT) en el Metropolitan Opera House  de Nueva York, del 13 de mayo al 7 de julio, ella será la única Primera Bailarina que interpretará el rol estelar en siete de los ocho ballets completos que presenta la compañía: el estreno mundial del ABT de Alexei Ratmansky “Prémiere”, con música de Dimitri Shostakovich, “Don Quijote”, “Le Corsaire”, “Romeo y Julieta”, “El Lago de los Cisnes”,  “Sylvia” y ”La Bella Durmiente”.

    Feliz Día Internacional de la Danza, amigos y amigas. Aquí, los invitamos, para festejar, a emprender un viaje a un pedacito de la espectacular vida de una persona maravillosa:

    R: Con semejante trayectoria y habiéndote convertido en una de las máximas figuras de la danza mundial, ¿cómo vivís la danza hoy?, ¿ha cambiado en algo tu relación con ella?

    P: Interesante la pregunta (risas), porque la verdad que la siento exactamente igual. Yo también pensé que iba a cambiar. Después de tantos años, a pesar de ser una pasión muy grande, yo creí que uno se iba calmando. Y lo cierto es que ¡no calmó nunca! Y me pregunto a mí misma cómo puede ser, ¿no? Creí que iba a decir en un punto: “Ya está, ahora estoy más tranquila”, pero me siento como cuando era chiquita, con esa misma pasión, esas mismas ganas, que es lo que me sorprende cada día. Es muy loco. Me encanta todo: el trabajo, las funciones. La verdad que es una pasión y lo disfruto muchísimo. Yo empecé muy chiquita en la compañía, fui Principal muy joven e hice algunos roles un montón de veces. Parece que quizás una debiera estar un poco más cansada, algo que yo veía en otras generaciones, como si estuvieran un poco como de vuelta, pero a mí jamás me pasó eso. Yo me dije a mí misma que el día que me pase eso, me retiro, porque no entiendo otra forma realmente. A mí me parece que uno tiene que estar a full. Y en mi caso, creo que fue lo opuesto: cuanto más pasaron los años, más he disfrutado mi carrera, más me encanta el proceso de trabajo, más intensas son las ganas de volver a hacer una misma función para tener algo pensado que pudiera ser diferente, mejor o que puedo cambiar. No sé, es muy loco. Y la verdad que me siento muy afortunada por eso.

    R: Olga Ferri, quien fue tu primera maestra, en clases a las que asistí, siempre contaba de tu pasión por el trabajo, el detalle, la concentración en ser cada día mejor. Ella tenía un estricto proceso de aprendizaje técnico, que definía como necesario para luego ser libre en la danza. Quizás es justamente eso: con el tiempo te has hecho dueña de la absoluta libertad en tu arte…

    P: Yo siempre pensé la técnica como algo muy importante, pero en tanto un vehículo de libertad, no de tener la técnica por la técnica misma, o sea, por hacer más piruetas, tener más equilibrio o levantar más altas las piernas, sino por el hecho de ensayar y trabajar la técnica en las clases para perfeccionarse cada día más con el objetivo de llegar al escenario y ser completamente libre, no estar pensando si me va a salir el paso, si no me va a salir, si va a funcionar. Siento que eso, incluso cuando yo misma me siento como espectadora, es lo que más me llega: esa libertad, ese abandono completo en el escenario.

    R: Hoy día, en relación con este fortalecimiento permanente, ¿tu rutina cómo ha cambiado a lo largo de los años?

    P: Cambia respecto de cuando uno es estudiante, que uno toma muchas más clases. En ese sentido, sí, es distinto, pero siempre la dedicación es la misma. Cuando uno es más chico toma más clases de técnica, de repertorio, mientras que cuando uno está en una compañía está la mayoría del tiempo ensayando. Entonces, hay días que son muy largos, con ensayos súper fuertes, otros ensayos que no tanto, algunos que van con toda la compañía, otros en los que me toca sola para pasar variaciones con mi coach, que son mucho más intensos. Y como Principal también fue cambiando mi agenda. Pero mis horarios igual fueron siempre a full, desde que tengo recuerdo: era chiquita e iba al Colón, a lo de Olga, luego la preparación para un concurso. Ahora de otra manera, porque estoy con funciones, ensayos. Son otros tiempos de entrenamiento, aunque muchas horas. Requiere muchísima dedicación. Creo que uno se dedica más y más cada vez mientras avanza la carrera. Sin embargo, creo que, en esencia, es la misma vida que tenía de chiquita, trasladada ahora a la vida profesional.

    R: Hace unos momentos me hablabas de que te gustaba sentarte como espectadora, ¿qué tipo de espectáculos te gusta mirar?

    P: La verdad que miro de todo. Me gusta mucho ir a ver ballet. Antes de partir para China [N. de la R.: en gira con el ABT, durante marzo], fui a ver el New York City Ballet, porque tenían unas coreografías nuevas. También últimamente fui a ver la compañía de David Parsons, de un estilo más contemporáneo, y al Pacific North West, que es el teatro en el City Center de Nueva York, a ver danza clásica. Me encanta ver compañías diferentes y a pesar de que soy bailarina, me encanta estar del otro lado del escenario también y lo disfruto muchísimo. No soy para nada de decir que yo hubiera hecho de tal o cual modo, para nada. Me encanta ir a disfrutar y ver. Acá siempre hay muchísimo para ver [N. de la R.: en Nueva York, donde vive]. También veo musicales, obras de teatro, conciertos, he ido al Madison Square Garden para recitales desde Beyoncé hasta Maná, rock, así como cosas más clásicas. La verdad que me gusta justamente poder ver de todo.

    R: Supongo que eso debe impactar también en tu apertura como artista…

    P: Sí, me gusta ser lo más abierta posible. Aunque también me encanta estar del otro lado, porque muchas veces yo misma me pregunto: “¿pero qué hago yo?”, cuando la gente me agradece al final de las funciones. Y siempre pienso, ¡al contrario! ¡Yo soy la que debe decir gracias, porque yo soy feliz bailando! (risas). Nunca me cerró cabalmente lo que la gente quería transmitirme, pero mientras más asisto a espectáculos, entiendo lo que quieren decir, ya que lo disfruto tanto: tengo esa sensación de que me llenan el espíritu los artistas que estoy viendo. Creo que eso es el arte. Por momentos he pensado que si fuera médica y salvara una vida, entendería mejor que me agradecieran, pero de esta forma yo tuve siempre la sensación de no saber qué es lo que hago, como que yo realmente no hago “nada”, sólo disfruto de la danza y de la posibilidad de bailar.

    Paloma en "El Corsario", en el MET con el American Ballet Theater. Foto: Gentileza FH Producciones

    Paloma en «El Corsario», en el MET con el American Ballet Theater. Foto: Gene Schiavone | Gentileza FH Producciones

    R: Quizás el espectador lo que siente es parte de esa entrega maravillosa que tienen los artistas en el escenario…

    P: Sí, completamente. Eso pasa cuando uno va al teatro y ve a los artistas en ese momento único de entrega.

    R: ¿Cómo te gustaría continuar tu carrera? ¿Te ves como maestra, como coreógrafa?

    P: La verdad que coreógrafa, no (risas). Uno tiene que llevar el ímpetu de la creación. Pero maestra, sí. De hecho, durante las vacaciones del American Ballet, que no son muchas, doy master classes: he dado en Italia, en Nueva York. He dado pocas semanas, pero lo hago con mucha pasión. Me encanta dar clases de danza, de repertorio y ver nuevos talentos. Disfruto mucho la situación de estar en la clase. Es difícil encontrar una nena o nene que tenga talento, las condiciones, pero además las ganas; entonces, cuando lo hallás, es magnífico ayudarlo. Es muy gratificante cuando los chicos tratan de asimilar lo que les estás transmitiendo y ver sus progresos. Yo lo veo también cuando estoy con mi coach: ella se pone súper contenta cuando tengo buenas funciones. Es eso de poder entenderse y transmitir lo que uno sabe.

    R: Dentro de tu larga carrera, ¿cuál pensás que ha sido tu experiencia más fuerte, con más significado?   

    P: Tuve muchas experiencias muy intensas. Es una carrera que nunca deja de sorprenderme. Creo que el más fundamental fue el momento en que entré en la compañía del American Ballet Theater y viví el pasaje de ser una estudiante a ser una profesional. Fue comenzar con otra vida, imagináte, a los quince años me dieron un contrato para empezar a bailar como miembro de la compañía que siempre había soñado. Fue un shock, un sueño hecho realidad, una experiencia única y maravillosa. Era lo más que me podía imaginar. Primero, que había logrado audicionar y, encima, que había quedado. Fue el cambio más importante en mi vida. Además, era la compañía en la que siempre había querido estar. Era todo lo que había querido, en mis manos. Y se sumaron una serie de desafíos, como vivir sola, en una ciudad que no conocía, sin hablar el idioma. Creo que esa fue mi experiencia más emocionante y más radical.

    R: ¿No te dio miedo en algún momento?

    P: Jamás me dio miedo. Sí de pronto me he detenido a decir: “¡Qué loco todo esto que me pasa!” (risas), pero nunca tuve miedo, ni dudas. Para nada. Además creo que simplemente ni lo pensé, ni se me ocurrió dudarlo. Sin embargo, siempre fui también completamente conciente de lo afortunada que soy. Nunca tomo por sentada mi posición. Es una vida muy especial la que llevo y todo es muy loco. Cuando vino Baryshnikov a saludarme por primera vez, me puse a llorar y sólo podía pensar: “¡¿Cómo este hombre me saluda?!”. Una locura. Mi vida está llena de estas situaciones muy raras. Entonces, hasta hoy estoy muy feliz y siento una gran responsabilidad de tener mi lugar en el ABT. En este sentido tampoco pienso mucho en el mañana, sino que disfruto a full cada día en particular, cada oportunidad que tengo, comprendiendo que lo que tengo hoy, lo que tengo cada día, es súper valioso. Creo que quizás por eso ya pasaron 21 años de mi ingreso en la compañía y lo vivo de la misma forma cada minuto que pasa. Realmente lo valoro mucho.

    R: Respecto de lo que me contabas recién, siendo que tenés una visión tan terrena de tu carrera, ¿cómo vivís las reacciones de la gente cuando te saluda con admiración, la cantidad de fans que te siguen especialmente?

    P: Me llama mucho la atención. Arriba y abajo del escenario, los bailarines, los artistas en general, somos seres humanos como cualquiera. De hecho, no es una solita que puede hacerse como bailarina, sino que tengo que estar muy agradecida de mi familia que me ha apoyado, de mis maestros, de la gente que me ha ayudado y acompañado a dar cada paso, sino, no hubiera sido posible. Hubo mucha bondad conmigo. Tuve mucha suerte. Creo que se debe ser humilde en este sentido y siempre recordar los comienzos y ser siempre agradecido.

    R: ¿Qué cuentas pendientes sentís que tenés?

    P: La verdad, no encuentro fin a esta carrera. Ahora voy a trabajar con el coreógrafo Alexei Ratmansky, que está actualmente como en la cresta de la ola y ha creado algunas obras para mí. Es interesante ser la inspiración de un coreógrafo. Por mi parte, me encanta trabajar con él. Igual como cuentas pendientes, tengo algunos ballets que todavía no me tocaron y me encantaría preparar, como Oneguin, Manon. También hay teatros en los que me gustaría bailar. La verdad, no hay límite.

    Una Odette perfecta. Con el bailarín español, Ángel Corella, también Principal en el ABT, en "El Lago de los Cisnes". Foto: Gentileza FH Producciones

    Una Odette perfecta. Con el bailarín español, Ángel Corella, también Principal en el ABT, en «El Lago de los Cisnes», en el MET. Foto: Gene Schiavone | Gentileza FH Producciones

    R: No creo que te vaya a pasar lo que se dice de algunos bailarines, que pareciera que se retiran antes de tiempo, como Alessandra Ferri, que tan bien podría haber seguido… Aunque ahora volverá…

    P: (Risas) Bueno, de Alessandra estuve en su despedida y no podía parar de llorar. Ella fue una gran inspiración para mí, fundamentalmente por su ética de trabajo. Siempre, como toda persona en la danza, la admiraba muchísimo y cuando entré en el ABT, entablé una relación muy linda con ella. Siempre me aconsejaba, me daba sugerencias de todo estilo. Y era mi ídola desde siempre. A veces uno cuando tiene ídolos así, parece que tuviera un poco de miedo de conocerlos, porque puede ser desilusionante. Con ella, al contrario. La adoraba más todavía. Ella me eligió para su gira final de despedida en Japón y disfruté mucho compartiendo esa experiencia, así como verla bailar. Creo que se retiró antes de tiempo, ella estaba perfecta físicamente para continuar. Ahora tengo unas ganas tremendas de volver a verla en los escenarios. Pero bueno, también está el espíritu: yo siempre dije que cuando esto fuera un esfuerzo, no lo iba a hacer más. Cada quien sabe sus límites espirituales y físicos. Además pienso que el ballet es algo lindo, y que no se debe sufrir para llevarlo a la práctica. De mi parte, mientras, yo sigo disfrutando de mi profesión.

    R: ¿Qué dirías a alguien que quiere dedicarse a la danza?

    P: Mirá, no hay fórmulas para el éxito, como quien dice. Me encantaría poder decirle a alguien que si se esfuerza y pone mucho empeño, va a lograr hacer una gran carrera, pero verdaderamente son muchos ingredientes que deben ponerse en juego. Hace falta tiempo, esfuerzo, ganas, no tener lesiones, un poco de suerte, apoyo de la familia, de los maestros, condiciones físicas. Hay gente que se lastima y tiene que parar años. Se precisan muchas cosas. Yo creo que sí, igual, lo que diría es que si a alguien le gusta mucho, que le ponga toda la energía. Lo importante es alcanzar la felicidad y si ello es a través de la danza, no hay que dejar pasar la chance de hacerlo. Lo importante es avanzar desde la pasión, el amor por este arte. En mi caso, como te contaba, yo amo bailar y soy tan afortunada de poder hacerlo. La danza es mi lugar en el mundo. Creo que aunque no hubiera podido ser profesional, hubiera bailado en el living de mi casa toda la vida.    

    Fotos en Tapa: Luo Xiaoguang – National Center for Performing Arts – Beijing, China. Gentileza FH Producciones.

  6. Sofía Menteguiaga: De Buenos Aires a Flanders

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    Por Valeria Bula

    “En la mayoría de los casos uno siente que ni siquiera es uno mismo, es lo que hay adentro, para mí es como respirar, no podría nunca dejar de bailar. Es mi forma de entregar algo”. La argentina Sofía Menteguiaga, actual primera bailarina del Tulsa Ballet, fue contratada por el Royal Ballet de Flanders donde se desempeñará como Principal a partir de agosto. “Me enamoré de Antwerp, las callecitas, las casas, todo es muy hermoso”. En el momento de audicionar en Bélgica sucedía algo excepcional: Cuando llegó el momento del adagio, para sorpresa de Sofía, el pianista comenzó a tocar una partitura que no es muy frecuente: concierto número 1 para piano de Tchaikovsky. “¡Se me pararon los pelos de punta!”, esa misma era recreada en cada clase de Olga Ferri cuando niña. Era una señal. En ese momento sintió la sensación que su maestra estaba allí acompañándola, y empezó a recordar sus correcciones y su forma de enseñar ¡inolvidables! para sus alumnos, como el famoso “dulce de leche”, una manera de indicarles la forma en que debían hacer un developpé. Al finalizar la clase, se sentía feliz y con mucha paz. “Lo que me gusta de la compañía belga es que su repertorio incluye varios estilos, en la temporada tendremos solo dos clásicos, el resto es neoclásico”, comenta la bailarina entusiasmada.

    En "Age of Innocence", en el Ballet de Tulsa. Foto: Gentileza Ballet de Tulsa

    En «Age of Innocence», en el Ballet de Tulsa. Foto: Gentileza Ballet de Tulsa

    Actualmente, y desde hace dos años, Menteguiaga se desempeña como Principal Dancer del Tulsa Ballet. “De Tulsa me llevo una gran experiencia”. En esta compañía pudo desplegarse a través de diversos roles. Algunos de ellos eran traídos exclusivamente para la bailarina, como es el caso de La dama de las Camelias que hacía doce años no se realizaba en ese ballet; la última vez la había interpretado Daniela Buson, actual maestra de baile del Tulsa Ballet y esposa de Marcello Angelini, director de la compañía. Asimismo, tuvo la oportunidad de trabajar con coreógrafos de vanguardia como es el caso de Wayne McGregor, del Royal Ballet de Londres, con quienes hicieron PreSentient o Edwaard Liang quien montó Romeo y Julieta y La edad de la Inocencia. “Lo grandioso de hacer piezas contemporáneas es que sus creadores están vivos y pueden trasmitirte directamente sus conceptos”. Entre el 3 y 12 de mayo presentará, lo que será su última función con el Ballet de Tulsa, Studio K: Tres coreógrafos invitados (Matthew Neenan, Nicolo Fonte y Ma Cong, residente) coreografiarán obras para los bailarines del ballet. “Cuando crean cosas para vos es lo mejor que te puede pasar”. Entre sus interpretaciones favoritas figuran In the Middle, Romeo y Julieta, La dama de las Camelias y Oneguin.

    Inspirándose de Sylvie Guillem, Alessandra Ferri y Julie Kent, a los 15 Menteguiaga comenzaba su carrera internacional en Chile con el Ballet de Santiago, allí trabajó con los más grandes referentes de la danza, como Marcia Haydée. Luego de diez años en el ballet chileno, decidió volver a Buenos Aires, la necesidad de estar cerca de sus seres queridos se hacía imperante. Pero no había concurso para ninguno de los cargos en el Teatro Colón, por lo que acepta de todas formas un contrato de refuerzo. No quería volver a irse del país. Los coreógrafos invitados la elegían para bailar sus obras. Así es como realizó Margarita y Armando, première en Argentina. “Para mí que hice la escuela del Colón y después de estar tanto años afuera, plantarme en ese escenario y que se abriera el telón, (el famoso toro que decía Olga), se me caían las lágrimas”.

    En "In the Middle". Foto: Gentileza de Ballet de Tulsa

    En «In the Middle». Foto: Gentileza de Ballet de Tulsa

    “Esa mujer, (N. de la R.:Olga Ferri) no hay un día de mi vida que no esté conmigo”

    Sofía comenzó a estudiar ballet a los ocho en Lomas de Zamora, después de rogarle insistentemente a su madre que la llevara a las clases. Tres años después llegaba a la capital, al flamante Estudio de Olga Ferri y Enrique Lommi. En cuanto se conocieron se entendieron mutuamente. Ferri se dedicó con mucho empeño a transmitirle cada uno de sus conocimientos. “Me dijo: ¡Qué lástima que no viniste acá desde el principio! porque ahora vamos a tener mucho trabajo, vamos a usar muchos meses borrando todo lo mal que aprendiste y empezar de nuevo”. La entrega fue mutua, la bailarina siempre atenta a cada una de sus enseñanzas y confiando cien por cien; trabajaron duro durante cuatro años. “Olga es todo, fue mi maestra, mi familia también. Hizo cosas por mí que… (se emociona). Desde un primer momento me enamoré de ella. No solo me enseñó cómo bailar, cómo mover las piernas, los brazos, me dio lecciones de vida, me trasmitió su amor”.

    A los once ingresó al Instituto de Arte del Teatro Colón y allí es cuando tuvo que tomar su primera decisión de vida. Como vivía lejos se levantaba a las 5 de la mañana, iba al Colón después corría al secundario, salía, iba al Estudio de Olga Ferri, llegaba a su casa a las 10 de la noche, comía, hacía la tarea, se hacían las 12, y tenía solo cinco horas para dormir, y así de nuevo al día siguiente. Los bailarines en Argentina y en la región necesitan una escuela integral a donde formarse, como la de la Ópera de Paris, por decir un ejemplo. Es primordial que el sistema escolar los acompañe, siendo que es una carrera cuya vocación se despierta desde muy temprana edad. De lo contrario es muy difícil realizarse en esta profesión y ¡muchos hasta quedan en el camino!.. Durante un año tuvo este estilo de vida agotador, hasta que su mamá preocupada le planteó si era eso – «la danza»- lo que ella quería para su vida. La niña respondió con un determinante sí y dejó el colegio. “Mi mamá me apoyó y confió en mi criterio, que yo con esa edad apenas pude decidir, pero cuando tuve el mínimo de tiempo terminé el secundario”. Lo primero que hizo al llegar a Chile, cuando fue contratada por el Ballet de Santiago, fue el colegio; fue duro, salía tardísimo pero consideraba que era fundamental estudiar. “Es importante, imagináte que sufrís un accidente y no tenés ni el secundario terminado”.

    Sofìa baila "La Viuda Alegre". Foto: Gentileza Ballet de Tulsa

    Sofìa baila «La Viuda Alegre». Foto: Gentileza Ballet de Tulsa

    La receta de su trabajo es el amor por la danza y por supuesto la disciplina, que asegura no es tan difícil cuando la aprehendés de chica. Hay días que es complicado levantarse y hacer la clase pero ahí es cuando la disciplina viene en su ayuda y el resto del tiempo “trato de pensar lo gratificante que es y la suerte que tengo de poder hacer lo que me gusta”.

    Hace dos meses cuando bailaba La dama de las Camelias le ocurrió algo inexplicable. La bailarina se encontraba convaleciente y preocupada porque tenía bronquitis, su tos era incesante y sentía dolor en el pie, producto de una fractura. Cuando llegó el momento de bailar la situación se tornó asombrosa: las musas del arte decidieron que serían ellas quienes saldrían al escenario, el dolor y la tos se quedaban en la coulisse. ¡Ni una vez tosió en diez minutos de pas de deux y el dolor se anestesió por completo! Amor al arte y gusto por lo que se hace, pueden afirmar algunos. “El hecho de subirse al escenario es una cosa tan mágica que yo ni siquiera lo puedo explicar, bailar es mi lenguaje”, concluye.

  7. Historias de danza

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    «POSTALES DEL TIEMPO» es una nueva iniciativa a cargo del bailarín Rodolfo Romero: es un curso destinado a conocer un poco más de la Historia de la Danza, de manera comparativa y participativa.

    Comienza el sábado 20 de abril a las 14 hs.

    Para informes e inscripción:

    BALLET ESTUDIO OLGA FERRI-ENRIQUE LOMMI

    Marcelo T. de Alvear 1435 – Teléfono 011 48116298
    email: info@estudioolgaferri.com.ar

  8. PROPUESTA NOVEDOSA: SEMINARIO «GLEE» DE DANZA

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    ¿Sos de esas personas que se prepara para mirar «Glee» y disfrutar las canciones bailando?

    He aquí una propuesta más que simpática para quienes miramos la serie:

    Desde el 6 de abril, y durante cuatro meses, se realizará el Seminario “Glee” de danza en el Ballet Estudio de Olga Ferri y Enrique Lommi.

    El objetivo: armar diversas puestas basadas en las originales de la famosa serie, para presentarlas en un show al terminar el seminario.

    Para consultas e inscripciones, comunicarse vía mail a seminarioglee@gmail.com.

    ¡Para divertirse…

    y no dejar de tentarse, les dejamos este video!